Cuando llegamos a Montreal hace once años era el comienzo del verano y los colegios estaban a punto de terminar las clases. Por eso mis hijas, de entonces siete y diez años, tuvieron que esperar tres laaaaaargos meses para comenzar a hacer amigos. No conocíamos a nadie, vivíamos en La Pastilla (una casa diminuta) y la verdad es que arrastrábamos el ánimo por las aceras de la ciudad. A veces parecíamos tres trapitos. O quizás era solo yo. Es casi seguro que era solo yo. Era yo.
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No digo que éramos completamente miserables. Había un 60 % de melancolía, nostalgia, soledad, ansiedad por lo desconocido y sentimiento de pérdida y un 40% de emoción por nuestra nueva vida. Esas mariposas del que está estrenando un país flamante, aquello del cuaderno en blanco y todo el cuento. A ese 40% nos agarramos como pudimos. Yo tenía la misión de distraer a Marianne y Valeria para hacerlas sentir mejor. Para sentirme mejor. Y entonces empezamos a ir al Jardín Botánico.
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También fuimos a otros sitios. Nos hicimos el carnet de la preciosa piscina de Hampstead donde pasábamos las tardes para escapar del calor (porque en Montreal puede ser muchísimo más caliente que en Caracas). En realidad íbamos a todas partes todo el tiempo y nos aprendimos el mapa del metro de memoria por esa sed de explorar y ocupar nuestra cabeza con planes. Pero el jardín botánico fue el primer lugar que nos enamoró.
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Al fondo la torre del Estadio Olímpico.
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Las niñas coleccionaban hojas, semillas, piedras y palitos. Dibujaban árboles en sus cuadernos pequeños, daban comida a los peces Koi en el jardín japonés y tomaban té con mooncakes en el jardín chino. Hacíamos picnics en el arboretum, fotos en las rosaledas y respirábamos nostalgias en la selva tropical del invernadero.
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En nuestro primer año fuimos al jardín botánico en otoño para ver la exposición de calabazas decoradas, el festival de linternas chinas y el laberinto de Halloween, en primavera para ver miles de mariposas en libertad dentro del gran invernadero y en verano para ver el jardín de lirios alrededor del estanque de patos. Cuando alguien venía a visitarnos, lo llevábamos de cabeza al jardín botánico porque nos parecía el lugar más lindo del mundo y queríamos compartirlo.
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El domingo pasado regresé con una Valeria fotógrafa de dieciocho años. La desperté diciéndole bajito al oído “Vayamos al jardín botánico” y pasamos el día bajo el sol recorriendo los sitios favoritos, los que la Valeria de siete años conoció con un caballo de plástico en las manos. Es primavera así que el jardín está intensamente florido. Y yo lo caminé por horas viendo en mi cabeza la película de nuestro primer año en Canadá y sentí un ola de agradecimiento absoluto, de amor potente por ese parque que tuvo suficiente magia como para ser nuestro primer lugar querido ♥
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40 comentarios. Dejar nuevo
¡Madre mía me muero!
¡Yo también me enamoraría de un lugar así!
Tienes una manera tan bonita de contar las cosas que se me ha puesto un nudo en la garganta Jackie.
Talentazo para las fotos y para las palabras!
Gracias, Emi ♥
Ese lugar… recuerdo cuando conocí tu blog, estaba en ese período que yo llamo “la edad media de mi vida” (una época de mierda con situaciones de mierda) y el efecto positivo que tuvo en mi… y un par de posts donde mostraste fotos del jardín botánico, recuerdo vívidamente el impacto positivo que tuvo en mí y lo bien que me hizo… siempre es increíble volver a leer que volviste ahí y como dijo Emi, con ese talentazo para las palabras, imposible no entretenerse contigo.
Valeria con 18 años… plop!!! Mi pequeña fotopoliana, la recuerdas? Cumple 15….. dios!
PD: puedo decir mierda, cierto???
Tienes permiso de decir lo que quieras, menos Donald Trump.
Mil besos, mi Flavia ♥
Con vosotras el jardín botánico logró la perfección.
Besos.
Te quiero mucho.
No sé quién eres, pero me acabas de enganchar. Ya estoy compartiendo tu último post. No podría haberlo descrito mejor. Y no podría estar más de acuerdo. (Perdón Jackie, pero si voy a compartir algo suyo, tenía que transmitirle mi admiración)
Como bien dice Emi siempre es un placer leer a Jackie, tiene el don de las palabras bonitas que saben transportarte allá donde ella te quiere llevar.
Un lugar precioso y dos fotógrafas estupendas
MUAC!
Gracias!
No me extraña que os enamorarais de ese lugar!!
♥ Es mágico!
¡¡Qué ganas tenía de un nuevo post en tu blog!!
Y encima, menudo post! No sé si te lo vas a poder creer, pero me he emocionado mucho, hasta un par de lagrimillas se asomaron, ay!
Creo que es una mezcla de dos cosas. O mejor dicho tres:
-Revivir ese sentimiento de aterrizar en un país que no es el tuyo, dejando todo atrás (yo tenía solo 12 años)
-Pensar que mis padres seguro que lo hicieron lo mejor que pudieron, pero ojalá hubieran encontrado un lugar “especial” (no pido que fuera nada tan espectacular como el tuyo) para aliviar el “desacougo” (es una palabra gallega genial que no tiene traducción literal al castellano, es cuando no estás a gusto en alguna situación o en algún lugar).
-Y la última, porque ver lugares tan bonitos, aunque sea en la distancia… Me emociona. Sobre todo cuando gente como tú los describe. Destilas tanto cariño, tanto agradecimiento, que de verdad es una maravilla leerte. Gracias!
:-*
Gracias, Mónica. La verdad es que yo también estuve blandita mientras escribía este post. Se me removieron muchos recuerdos! Un beso.
Jackie, como me gustan tus post. No has pensado en escribir un libro con tus historias de inmigrante en Montreal? Yo lo compraria la primera.
Las fotos son bellas pero son las palabras las que me han hecho regresar dos veces al blog hoy y leerselo a Victoria.
Gracias por escribir y reflejar lo que sentimos los que nos hemos cambiado de pais.
Un beso desde Houston.
Mmmmmm … toda una dulzura tu relato Jackie , me siento identificada y me da ánimo para seguir intentando con alegría la aceptación de este nuevo país ¡¡¡ Un gran abrazo para ti.
Jackie! Que hermoso tu Jardín botánico. Y tus palabras, me has hecho llorar imaginandolas y luego renacer llena de agradecimiento y alegría compartiendo un pedacito de tu vida. Bellisimo!
Gracias, chicas, de corazón :)
Me emocioné. Llevo casi 14 años viviendo en medio de una cultura a la que jamás me adaptaré. Y justamente esos sitios mágicos son los que me salvan, me hacen querer, me ayudan a aceptar…
Gracias. Tú hablas y nos pones la piel de gallina. Con lo que haces, con lo que cuentas, veo a tus hijas y pienso en mi pequerrecho de 7 años que ya me habla de encuadres, de saturación de colores, y, ainsssss.
Uy! No decretes que nunca te adaptarás porque esa es una sentencia para la infelicidad :( Concéntrate en las cosas positivas, que seguro las hay.
No, Jackie! Soy muy feliz! Es realismo puro. No tengo nada que ver con la forma de ser de la gente. Acepto que tomé una decisión, tuve un hijo aquí y debo ser consecuente con ello. Pero soy feliz con lo que tengo. Mucho. Ya procuro hacer escapaditas y compensarlo de otras maneras. Y ya tendré tiempo cuando sea mayor -más, ja!- de vivir donde me plazca!
Besotes!
¡Qué coincidencia, Lau! Tú y yo estamos bastante cerquita. Y yo llevo muchos más años que tú aquí y sé que, aunque soy muy, muy feliz, éste no es mi sitio en el mundo.
hermosas fotos!!! y que precioso tu Jardin…cuanta emoción transmites, dicen que los lugares queridos son más bellos en el recuerdo, pero en este caso imposible, cuanta belleza junta, seguro que tanto como antes.
me encanta tu estilo, tus palabras transmiten tanto espero llegar a transmitir así de bonito un día
Hola Jackie! He sentido esa sensación cuando aterricé en Madrid con 18 años para empezar la Universidad. Lo traslado a mi época de madre recién estrenada y creo que me puedo hacer una idea de la mezcla de emoción y depresión.
Al contrario que tú, me cuesta regresar a esos sitios. Lo hago, pero me duele tremendamente al tiempo que digo ¡qué rápido pasa el tiempo! Aunque también siento agradecimiento pero el regusto siempre es amargo para mí.
Te, las admiro.
Besos desde Tenerife
tus textos y las imágenes que los acompañan son un bálsamo para el alma. <3 (me gusta la idea de un libro que han propuesto por ahí arriba! :-))
Qué belleza de fotos. Entiendo lo de la mezcla de nostalgia por la vida anterior, y la ilusión de comenzar desde cero. Cómo se va uno haciendo poco a poco de gente y lugares queridos hasta que finalmente te sientes en casa. Qué alegría leerte!
Siempre espero ansiosa por tus nuevos posts. Tus historias me alegran el dia y tus fotos son como pequeñas caricias al alma :)
No dudo de que ese jardín sea una maravilla pero, con tus palabras y tus fotos logras que lleguemos a verlo a través de tus ojos y percibamos todo aquello que percibisteis vosotros a vuestra llegada.
Creo que tu has sentido el desarraigo y la perdida que sienten ahora los refugiados de la guerra, dsos que demuestran lo miserables que somos algunos paises. Ojale ellos encudntren un lugar tan bello en alguna parte. (No pude evitar la comparacion, perdoname por poner el borrón en tan bello post)
Ay, estoy totalmente de acuerdo contigo. A mí la situación de los refugiados me tiene contra el piso y estoy orgullosa de que Canadá haya traído recientemente 25 mil refugiados sirios y la comunidad se haya volcado a ayudarlos a instalarse e integrarse. Fue tanto que cuando llamamos para ser voluntarios nos dijeron que ya no necesitaban más!
Jackie, gracias por tu blog, gracias por todo lo que escribís y tus hermosas fotografías. Nosotros hace 5 años que vivimos en Montréal, y muchas veces no fue y no sigue siendo fácil. Pero siempre hay algo positivo para rescatar. Yo amo vivir en este país, amo esta ciudad, me gusta mucho caminar por sus calles y conocer gente. Siempre me he sentido en casa. Por más difícil que es la vida del inmigrante con todo el desarraigo que implica dejar nuestros países y costumbres, y lo doloroso que es no tener cerca a los seres queridos. La meláncolía siempre está ahí latente y como tu lo has dicho, para mí también, “el jardín botánico es un antídoto contra la tristeza” – Un abrazo Sandra
Gracias a ti, Sandra, por leerme y por compartir conmigo tu experiencia ♥
Claudia, Mariu, Ana, Victoria, Verónica, Maru y Blanca GRACIAS! ♥ Muchos besos!
Mi Jackie linda, no sabes como me emocionó leer esta entrada. Todo el que deja un mundo atrás sabe lo duro que es volver a empezar. Y menos mal que siempre aparecen sitios mágicos para hacernos ver las cosas con otros ojos. El botánico de Montreal es espectacular. Nosotros vimos el festival de las linternas y no te miento si te digo que no podía dejar de llorar de lo hermoso que me pareció. Jamás había visto nada igual. Pura magia. Muchos besitos
Los ojos anegados en lágrimas, y alguna se escapa rodando. No he emigrado, pero algunos amigos sí, recién acaba de visitarnos uno. Y lo he pensado muchas veces… un beso, me remueves por dentro.
Qué hermoso texto. Y tengo que decir que las flores son hermosas, y las fotos, pero a mí me atrapado tu delicadeza para describir aquél momento,yo leo mucho, y leerte es siempre un placer. Un saludo desde Deutschland.
Me encantan las historias que te trajeron a este presente, me parecen lindas, sinceras y llenas de sentimientos, y por supuesto las fotos! que transportan y hasta puedo oler las flores ;).
Un abrazo.
Hay lugares que nos salvan… Es bellísimo, desde luego, pero creo que lo mejor fue tu actitud como madre que hizo que tus hijas disfrutaran de ese entorno. El paraíso más hermoso no nos lo parecería si no pusiéramos el corazón en él.
Gracias por compartirlo, Jackie!!! Besos!!!
No me extraña que quisierais ir, es espectacular… Este lugar es un remanso de paz y te libera de cualquier ansiedad. Es precioso y desde tus ojos un lujo para mi. Un besazo
Bellisimo! Te conoci en esos tiempos en que vivian en la famosa pastilla . Me da mucho gusto haberte acompañado a la distancia todos estos años , verlas crecer y maravillarme con sus éxitos que son de gran inspiración. Un abrazo
Muchas gracias, Toni! ♥