Con lo terribles que son desde hace semanas las noticias de Venezuela nos hacía falta un día feliz.
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Hace diez años se puso de moda en los blogs escribir una lista de ocho cosas que quieres hacer antes de morir. Y yo hice la mía, claro, con originalidades como nadar con delfines en libertad, volar en globo y ver una aurora boreal. Diez años más tarde no he hecho nada de eso y solo una cosa de mi lista se ha cumplido: ver a mi hija graduarse de la universidad. En la lista decía mis hijas, pero por ahora me conformo (la otra va en camino). Marianne se graduó Summa Cum Laude y yo con eso ya no necesito delfines, globos ni luces del norte. De hecho, ese ha sido uno de los días más felices de mi vida.

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Gabriela, una sobrina que la vida me regaló en Montreal, se graduó en la misma ceremonia con lo que ese día en McGill University hubo una explosión atómica de emoción por juntar a dos de las más carismáticas, sensibles y nobles personas del planeta Tierra para darles un diploma.

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Marianne se graduó en Psicología y Gaby en Desarrollo Internacional y Ciencias Políticas.

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Ese mismo día -que tuvimos un clima espléndido- hicimos en mi casa una fiesta para Gabriela y Marianne. La mamá de Gaby vino desde Amsterdam para la ocasión y juntas pasamos dos días (y muchos emails) preparando cosas. Marianne tiene un trabajo de verano en Disney World, Orlando, y vino solo por 48 horas para su graduación. Todo fue muy veloz, muy intenso y muy sentimental.
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La cosa no pudo ser más girly: hubo rosas, confetti, caramelos y ositos de peluche vestidos con la toga de graduación de McGill University. El de Marianne se fue a Orlando con ella. 

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Nuestra familia montrealense, nuestras personas favoritas, vinieron en medio de la semana (¡un miércoles!) a celebrar con nosotros y a cubrir a Marianne y Gaby con una avalancha de cariño, de regalos y de buenos deseos. Somos unos suertudos por tener gente que quiere así a nuestras hijas. Vi mi casa llena de gente querida, incluso con mis papás que vinieron de España, y pensé que por días así la vida vale la pena.
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Tuvimos un bar de sangría que es algo que ya habíamos hecho en otra fiesta y que queda divino en verano. Me gusta mucho cuando puedo hacer que la comida y la bebida sean actividades interactivas. Que los invitados puedan personalizar lo que se sirven. Y si luce bonito, mil veces mejor. El bar de sangría es decorativo y pone feliz a la gente. 
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Hacía calor y en medio de la semana de trabajo no pude complicarme con comida que hubiera que calentar con la casa llena de gente. Tenemos aire acondicionado, pero cuando somos muchos generar calor en la cocina es un suicidio. La otra opción que me gustaba era la parrilla, pero eso siempre esclaviza y había llovido todos los días y no me quería arriesgar. También quería servir algo que la gente no tuviera que cortar con cuchillo porque básicamente íbamos a estar sentados en todas partes, quizás con el plato sobre las piernas. Por eso hicimos un gran bar de ensaladas. Preparamos todo el día anterior y lo guardamos en la nevera. Al llegar de la ceremonia solo hubo que sacarlo y servirlo.
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Con esos colores, globos, helados, confetti y de caramelos, mi preocupación era que la fiesta iba a parecer un cumpleaños de bebé. La preocupación me duró como cinco minutos porque lo importante es que Marianne y Gabriela estuvieran contentas y, después de todo, ellas son y siempre serán nuestros bebecitos.
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Hice dos scrapbooks para dejarles mensajes y que les quedara un recuerdo. Son la cosa más simple: páginas de cartulina blanca atadas por el medio con un cordelito de hornear. La portada es de una cartulina más rígida y laminada. Las iniciales doradas las hice con unos stickers que encontré en la tienda de $1 en Navidad. Puse dos cámaras Fuji Instax Mini, un bol con paquetes de film (los saqué de la caja), una barra de pegamento acid free (para conservar las fotos) y bolígrafos de colores. La idea vino de la cuna de todas las ideas: Pinterest. AMO como quedaron los scrapbooks al final de la fiesta. Están llenos de amor, son mi cosa favorita. 

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Las chicas dieron tarjetas de agradecimiento y chocolates de avellana a todas las personas que las acompañaron a celebrar. También tuvimos un bar de golosinas para que los invitados pudieran llevarse caramelos y chocolates a su casa y así endulzarles el día.
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Al día siguiente Marianne se subió a un avión para regresar a Orlando mientras yo me reunía con mi contadora para los impuestos. Es decir, que mi felicidad fue breve. Ya no veré a mi pichurra hasta agosto. Gaby se va a vivir a Londres. Mi amiga Carolina regresó a Amsterdam. Ese miércoles fue un tesoro para el recuerdo.

Si alguna de estas ideas para celebrar te gusta y la pones en práctica me encantaría verlo. Y si tienes más ideas para una graduación no dejes de contarme porque en un par de años estaremos festejando el diploma de Valeria. Los cumpleaños y las fiestas de diciembre son cosas que llegan automáticamente, pero para graduarse hay que trabajar muy duro. Por eso pienso que son las cosas que verdaderamente hay que celebrar.

Pichu, los hijos no leen los blogs de las mamás, pero si pasas por aquí: estoy orgullosa de ti porque desde que pusiste un pie en tu primer colegio no has hecho otra cosa que dar lo mejor de ti y brillar. Te quiero.

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Un mosaico estilo 2006 porque lo viejo siempre vuelve
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¿Sabes cuando estás perdido en la tundra helada y sigues caminando kilómetros aunque te sientas como un trapo porque allá a lo lejos hay una lucecita que seguro es una cabaña acogedora con mantas suaves y chocolate caliente? En medio de la Navidad más rara que hemos tenido (y cuando digo rara, quiero decir not very happy) hay gente que es mi cabaña y mi chocolate. Mis mejores amigos de Montreal son mi familia y hacer una fiesta de Navidad para celebrar con ellos fue una medicina de acción prolongada.

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Valeria talló en linóleo un sello en forma de ciervo y con él imprimió papel kraft para hacer papel de regalo.*

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El proyecto fue sumamente handmade porque nos hacía falta.  Porque es terapéutico. Mis hijas y yo pasamos tres días con interminables playlists navideños de Spotify. Marianne hizo cuarenta jabones en forma de postres, de caramelos y otros azules brillantes que ella llamó winter wonderland. Toda la casa olía a almendras y a rosas. Montamos el árbol de Navidad más grande que hemos tenido, hicimos confetti para lanzar, banderines para decorar e imprimimos nuestro propio papel de regalo. Hicimos pequeñas pizarras para nombrar la comida, pan de jamón, litros de ponche crema casero y merengues que en Venezuela llamamos suspiros. 

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Estos son los primeros suspiros que Valeria ha hecho en la vida. Estaban deliciosos.

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Marianne también hizo jabones rellenos de dinosaurios de plástico para mi sobrina Mia, de tres años, el juguete de la familia.

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Valeria hizo estos adornos para el pelo que fueron una de mis cosas favoritas. A todas les quedaban lindos y son superfotogénicos.
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Mientras nevaba afuera nosotras trabajábamos en sweater y pijama y después nos premiamos con fondue de queso y películas en la cama.  No quiero dibujar un cuadro idílico porque nuestro diciembre ha sido lo opuesto. Pero envolviendo, decorando y cocinando juntas pasamos los días más navideños de esta Navidad. Unos días que sin este proyecto probablemente habríamos transitado diciendo que este año ha sido el peor.  En la fiesta abrazamos y fuimos abrazados, servimos nuestra comida y probamos las cosas ricas traídas por los demás, dimos regalitos y recibimos cosas lindas.

Valeria, Marianne y yo hicimos un video. Nos sirvió también para poner la cabeza en algo creativo y para pasar tiempo juntas editándolo acostadas en mi cama, con los gatos, comiendo pizza y riéndonos de nuestros infames movimientos de cámara (no teníamos cabezal de video para el trípode ). Algún día haremos uno más presentable, uno montado con un buen software, grabado con el equipo apropiado y donde nosotras nos veamos más! Pero a este le tenemos el mismo tipo de cariño que le tienes a tu oso de peluche: aunque esté aplastado y le falta un ojo, es único. Espero que sea un sorbito de chocolate caliente para ti.
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Otra cosa bonita que me ha pasado en estos días es ver mi casa en la revista española El Mueble online. Allí me llamaron decoblogger y aunque no lo soy (ojalá), me quedo humildemente callada porque esa es la revista favorita de mi mamá y le han dado una alegría. Me ha hecho mucha ilusión ver mi decoración navideña en una revista. Es hasta contraproducente porque me siento legitimada y ahora quién sabe lo que pueda pasar con las tiendas y mi bolsillo. Para ver el artículo hay que ir aquí y sobre las fotos está el link a la galería.
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Feliz Navidad
Que tengas unas fiestas bonitas, que te abracen, te besen, te den cosas ricas de comer y beber y también que tengas algún regalo lindo.
Y que te llegue mi cariño ♥
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Nota:
Valeria aprendió a hacer los sellos de linóleo con la artista Geninne Zlatkis. Les recomiendo su maravilloso libro Make an impression. Y aprendió a hacer los suspiros o merengues gracias la fabulosa repostera María Fernanda Avendaño de Vainilla quien nos dio su receta para endulzarnos la vida.
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Feliz Año nuevo y gracias por leerme ♥

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Veo las fotos ahora y me doy cuenta de que no parece una mesa de Thanksgiving sino una boda. Es en parte por toooodas esas sillas blancas. Venticinco. Eso unido a la falta de cortinas que tiene a mi mamá desesperada hace que todo se vea muy … (insertar la palabra, porque no se me ocurre). La cosa es que no tengo las menores ganas de poner cortinas por los momentos.  Lo que si haré será decorar el próximo Thanksgiving menos nupcial. Tengo los amigos más agradecidos y amables del mundo y si pongo decoración de boda o platos de cartón y mantel de plástico ellos me dicen que les gusta y hacen que lo pasemos genial, por su personalidad maravillosa y por las exquisiteces que traen para cenar, porque todos cocinamos.
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Esa es nuestra mesa de postres. Y esa es nuestra princesa Mia, mi postre favorito. En la foto está besando a Vanessa, su mamá, porque Mia reparte besos divinos sin hacerse de rogar. No como yo, que a su edad prefería que me pincharan los ojos con un tenedor antes de ir besando adultos en una fiesta. Además comernos a la princesa, comimos pies de calabaza, de manzana, de frutas del bosque, cheesecake de calabaza con nueces pacanas, crumble de manzana vegano y sin gluten, canelés de Bordeaux, pasteles de nata y doce de feijao portugueses, bombones de chocolate, ensalada de frutas, helado y crema batida (nata montada). Todo eso nos cupo después de cenar pavo relleno, salsa de arándanos, ensalada con granada y almendras, espinacas a la crema, pastel de maíz y sweet potato con sirope de maple. Qué les puedo decir, fue el acabóse.
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Por eso el lunes, que es el verdadero día de Thanksgiving canadiense, seguimos con nuestra tradición de irnos a caminar por el bosque. A veces lo hacemos en algún parque natural de Montreal y a veces nos vamos al campo. Esta vez nos fuimos a las montañas y caminamos un poquito, sí, pero también encontramos un restaurant acogedor lleno de ambiente montañés y nos metimos un atracón de comida típica quebequense. El apocalipsis..
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Así están ahora las montañas. Estas son unas fotos del breve momento en que no estuve masticando. De regreso a Montreal Valeria y yo nos comimos un helado de McDonalds en el carro. Fin del mundo.

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Unos días antes del Prom tuvimos la ceremonia de graduación Nos llevamos la alegría sideral de que Valeria recibió el premio a la Excelencia en Historia y Civilización. Para nosotros, aquí en esta familia, ese es el premio que nos hace más ilusión porque la historia nos importa mucho. Valeria es una niña interesada en todos los asuntos sociales contemporáneos, en la política y, sobre todo, en la justicia social para todas las minorías. Ha estado participando activamente en Model UN (Modelo de las Naciones Unidas) y estamos super orgullosos de ella hasta el infinito y más allá ♥
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No tengo una buena foto con su amiga Claudia, quien vino a celebrar con nosotros y la adoramos.

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Valeria quiere estudiar diseño gráfico aunque no descarta ciencias políticas o periodismo. Tiene todavía tres años para decidirse porque primero ¡VA A  ESTUDIAR FOTOGRAFíA! (insertar explosión de confetti). Fue aceptada en los colleges a los que aplicó con este portafolio y ¡estoy TAN FELIZ! Va a estudiar la carrera de mis sueños (la que yo no pude hacer) en un sitio fascinante. Vamos a compartir estudio, biblioteca fotográfica y equipos. Vamos a hacer largos photo walks. Estoy muerta de la ilusión por el camino que ha tomado mi Pollo.
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2- Viene Mia, que es nuestro juguete. A los dos años ya puede buscar huevitos escondidos y recibir una cesta de Easter llena de todo lo que se nos ocurrió meterle: Cuentitos, un conejo de peluche, un pollito de cuerda, una gallina de chocolate, animales de granja, un pequeño globo terráqueo, stickers y, por supuesto, unas orejas de conejo. Por Mia es que nuestra mesa está decorada toda girly en rosado y coral. Toda familia necesita un niño que la ilusione.

3- Ayer cayó una buena nevada y hoy estamos bajo cero. Me gusta mucho el invierno y, por lo general, me da lástima cuando se acaba, pero al 5 de abril creo que estoy sumamente justificada cuando digo que ya estoy hasta aquí (me estoy señalado la frente).

4- Un año hubo tanta, tanta, tanta nieve en Pascua que escondimos los huevos de mis hijas en el techo de la casa con solo estirar el brazo. Lo prometo. Es la verdad pura. Y los encontraron fácilmente, con solo seguir nuestras huellas. Ya no les escondemos huevos porque tienen 20 y 17 años. Pero les damos conejos de chocolate, claro. Y pollitos de cuerda. Qué clase de madre sería si no.

5- Había comprado otros dos conejos de chocolate de leche, gorditos y bonitos y los dejé sobre la mesa de mi estudio esta mañana antes de salir a hacer unas compras. Cuando regresé, en vez de conejos encontré dos pozos de chocolate derretido porque un rayo de sol los fulminó. Los raspé de la mesa con un cuchillo y Valeria dice que están buenísimos.

¡Happy Easter para todos!
Espero que tengan un domingo bonito y que se coman un huevo de chocolate ♥

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Cosas que me han preguntado en Instagram:

El molde de las casitas de bizcocho es este.
El tutorial para doblar las servilletas en forma de pino es este.
Los pinitos de mazapán los hice siguiendo el tutorial de Oh Happy Day (pero para el momento de la foto habían sufrido un “pequeño” accidente).
Las estrellas sobre el árbol de Navidad son de Ikea.
El muñeco de nieve de marshmallow y el removedor del chocolate son de Wilton.
Los animales de la mesa los compré en una juguetería y los pinté con spray dorado.
Las coronas en las ventanas y adornos de la chimenea estan colgados con estos ganchitos temporales que no dañan.
Los adornos de la mesa y la chimenea son de HomeSense, Chapters y The Bay (Montreal).
Los cortadores de galletas no recuerdo de donde son, tengo como 80! 

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Gracias por toda la comida deliciosa que trajeron y por los regalitos hechos con amor.
Gracias por darme una excusa para vestir mi casa de fiesta.
Gracias a mi princesita Mia por ser el juguete de la familia y alegrarnos todas las reuniones.
Gracias Marianne, por haber montado tu bar y haber preparado cocteles para todos. You’re the cutest bartender ever.
Gracias Valerita por haberte puesto bella aunque estabas enferma y sabías además que tenías que pasar la fiesta frente a la computadora terminando un proyecto del colegio.
Gracias a mis papás por viajar desde tan lejos para hacer nuestra Navidad feliz y completa.
Llenaría el blog de corazones para todos ustedes ♥
Y gracias a quien haya hecho un pequeño stop en el paroxismo festivo y esté por aquí leyendo este post sentimental y personal.  Si alguna vez les ha tocado empezar de nuevo y tienen amigos que los ayudaron, sabrán a qué me refiero.
Mil besos.

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Este año pensaba hacer un póster para la fiesta de Acción de Gracias donde todos escribiéramos cosas por las que estamos agradecidos. Había repasado mentalmente cosas como Porque mis gatos no tuvieron pulgas este año, Por haber conocido Terranova. Por haber visto por fin un iceberg, Por ver en las tiendas mi primer libro, Porque Marianne entró a McGill University… y así. Básicamente iba a llenar yo sola el póster sin dejar espacio para más nadie. Pero entonces, seis días antes de la fiesta, recibimos una noticia aplastante que nos cambió a todos un poco para siempre: un amigo de Valeria, compañero de colegio, murió de la manera más difícil de superar para una madre: porque quiso.

La semana se volvió oscura, insomne, apretada, sobresaltada, triste, desconcertante y lenta. Llena de preguntas que nadie me va a responder. Hoy, nueve días después, asistimos al funeral de este niño de 16 años y puedo decir que es la situación de dolor colectivo más total que he visto. En medio del sermón más torpe que cura alguno haya pronunciado en la historia de la religión, se podían escuchar cientos de corazones rompiéndose en pedazos. El domingo pasado, en nuestra bella fiesta de Thanksgiving no hubo póster. En parte porque no tuve cabeza para hacerlo. Y en parte porque honestamente ahora solo puedo estar agradecida porque mis hijas están conmigo.

Nuestra cena fue bonita, querida, exquisita. Los mismos más o menos desde hace siete años. La comida preparada con tanto amor que sabe a cielo. Una cantidad de postres de ver y no creer. Y unas manzanas acarameladas que hicimos Valeria y yo porque las vimos en Pinterest y que nos quedaron como un horror: pegajosas y sacamuelas. Subo la foto porque bellas son, pero comerlas era un acto de circo. Además, mientras las hacíamos, Valeria y yo nos comimos una cantidad indecente de caramelo (listo, lo he confesado). Las manzanas las recogimos en el campo (fotos pronto) y los palitos los trajimos del jardín, así que toda la actividad fue sumamente rupestre y divertida. Las pusimos en una bandeja, junto a papel celofán y cintas para que cada invitado se llevara una a su casa, pero donde pones una manzana de estas se queda pegada forever. Incluso tus dientes. Marianne se ocupó de las flores, Valeria de las tarjetitas, todos cocinamos y esa noche estuvimos juntos, nos abrazamos, nos reímos por cierta ensalada que no puedo mencionar, mi sobrinita Mia lanzó muchos besos y por un par de horas me distraje del nudo que tengo en la garganta.

Hoy en el funeral pensé en las manzanas pegajosas y en que espero prepararlas con Valeria muchas, muchas más veces.
Así que si alguien tiene una receta mejor, que se apiade de mis invitados y me la dé. Gracias ♥

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Marianne tiene primero cita para una radiografía. Me pregunto qué cara pondrá el radiólogo al ver llegar a Afrodita para rayos X de la columna lumbar. Mientras escribo esto, aún mi casa huele a azúcar por las 120 galletas que horneó Valeria para llevar a sus amigos. No vayan a creer que se rompió la cabeza. Hizo estas que resulta que causan furor demencial en la escuela (son RICAS). El caso es que, aunque los seres sobrenaturales se vayan en el autobús,  este Halloween sí  me voy a divertir de verdad un rato porque tengo un juguete nuevo. Verán, hace justo un año estaba en mi pequeño bosque haciendo unas fotos a Vanessa e Iván.

Dije mi bosque porque con el amor que le tengo no puede ser de otra persona. Queda a unos 300 metros de mi casa y es bellísimo total. No hay mejor escenario para unas fotos de otoño. Allí hice también en Halloween las fotos de mi querido zorrito. ¿Recuerdan el baby shower pink que tuve en mi casa el año pasado? Era para celebrar el bebé de Vanessa.

Y el bebé de Vanessa es mi sobrina Mia. La cosita más amapuchable, mordible, cosquillable, acariciable, apretable y besable que ha conocido el planeta Tierra.

Si me siguen en Instagram probablemente sepan que este pequeño insecto hundido en las hojas de mi jardín me tiene loca de carretera. Quiero robármela pero estoy esperando que aprenda a ir al baño, vestirse y comer sola. Cuando le hice estas fotos se acababa de caer y machacarse la cabeza, por eso tuve que darle una manzana para reforzar su cooperación, pero miren qué tranquilaza está. Si yo me hubiera caído así todavía estaría aullando.

Mi foto favorita es esta última donde tiene la cara aplastada contra la manzana. Es que le gusta con pasión. Por cierto, Mía está en un concurso y les pido que hagan un solo click para votar por ella. Es aquí. Me pone sentimental verla vestida así porque el primer disfraz de mis gigantas hijas también fue de coquito-mariquita-ladybug. Hoy viene Mia a hacer Trick-or-Treat en casa de su tía Jackie. La derretida.

PD: dedico los signos de interrogación de este post a mi amiga Carolina, quien sufre continuamente porque nunca los uso en español. ¿Caro, estás orgullosa de mí? Los puse con copy & paste.

La entrada El pequeño bicho que me robó el corazón aparece primero en Jackie Rueda.

Quebec es una provincia francófona y Thanksgiving pasa bastante por debajo de la mesa (aunque el fin de semana largo si lo toma todo el mundo, no faltaba más). Pero nosotros vivimos en una zona anglo al oeste de Montreal y me encanta ver en las tiendas las vajillas de otoño,  en los supermercados montañas de ingredientes tradicionales, las pastelerías llenas de pies recién horneados y en las licorerías largas colas de gente cargada de vino. Al principio, para poder sentar a  más o menos veinticinco personas a cenar con un mínimo de glamour y sin carnavales tenía que pedir a mis amigos que me prestaran platos, sillas, mesas plegables, de todo!. Poco a poco fui comprando lo que hacía falta y a estas alturas prácticamente tengo  una mini agencia de festejos: he coleccionado jarras, salseras, platos, copas, boles, candelabros, mesas plegables y bandejas de servir, etc. Y también tengo un marido que se rompe la cabeza tratando de encontrarle sitio a todo cada año. Este año, en la pre-producción me acompañó mi amiga Vanessa (y disfrutamos un montón, casi se nos cae la lengua de hablar), porque Lau lleva semanas trabajando en Seattle, en la otra punta del continente. A Vanessa le saqué el jugo porque planchó todas esas servilletas blancas de tela (si ustedes supieran lo raro que es planchar en Canada…) y hasta pintó un mueble! Estas son algunas fotos que subí a Instagram durante esos días:

No se ve en las fotos, pero usamos  las preciosas place cards de pajaritos de mi querida Geninne Zlatkis para asignar los puestos. Decoré las mesas con calabazas pintadas de azul, nueces, avellanas, velas y hallazgos del jardín y el parquecito de adelante: castañas, ramas y piñas de diferentes tipos de pino. Cuando estaba con mi cesta recogiendo esas cosas vi un conejo, una docena de ardillas y me sentí tan Caperucita que pensé que los animales iban a empezar a cantar. Lo que me lleva a contarles que los paseos por el bosque también forman parte de mi tradición de Acción de Gracias. Siempre vamos el lunes y es algo que espero con mucha ilusión. La naturaleza en el otoño canadiense es para desmayarse y que te resuciten. Este año, en vez de salir de la ciudad, nos fuimos justo al corazón de Montreal antes del anochecer para caminar por el inmenso parque Mont Royal. Había estado lloviendo y luego el sol salió suavecito. El cielo estaba rosado, la luz también y los únicos sonidos eran el click de mi cámara, nuestras pisadas, las gaviotas y los pájaros carpinteros. Blancanieves total. Les traje fotos para que lo disfruten un poquito conmigo.

Luego del fin de semana idílico de Thanksgiving Lau regresó a  Seattle, yo hice un clavado olímpico en el trabajo intenso y mis hijas entraron en la espiral histérica de los exámenes de lapso (con lágrimas de estrés incluidas). A pesar de ese panorama turbulento, yo planeo exprimir hasta la última gotita de mi otoño haciendo magia para encontrar cómo, cuándo y dónde. Y después de Halloween me oprimo el botón mental de Navidad. Ya casi me huele a pan de jengibre y me sabe a mazapán mmm… (no puedo parar de comer). Por cierto, Marianne y su novio van a ser dioses griegos en Halloween y queremos hacer unos disfraces fáciles, baratos y caseros. Ideas para esta pobre madre abnegada?

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Espero que estén pasando un lindo domingo de Pascua los que lo celebran con sentido religioso y también los que solo usan este día para atragantarse de chocolate y jugar a buscar huevos en el jardín. Fuimos a nuestra pastelería favorita y compramos una oveja de chocolate de leche para Valeria y un conejo de chocolate blanco para Marianne. La oveja fue atacada por un rayo de sol y reducida a un charquito pero su sabor no fue afectado, según reportó Valeria lamiendo el papel celofán. Marianne trató de comerse el conejo mientras veíamos anoche – por fin – Les Misérables pero el llanto no la dejaba masticar y optó por renegar de Victor Hugo y toda su familia.

La antítesis de algo miserable es esto:

Estas criaturas han sido directamente extraídas de la comunidad de La Vuelta al Mundo porque en Marzo hicimos fotos de niños. Niños de todos los modelos que viven en todos los países. Mi foto favorita fue esta.  Pero vean más pichurros por favor.  Son la cúspide de todo lo bello-cuchi-bueno que hay en el planeta.

Mientras hago los mosaicos les pongo mentalmente nombres que les combinan a todos estos niñitos. A mi el tema de los nombres siempre me ha subyugado hasta el punto de hacerme irritante. Cuando alguien me da la noticia de que está embarazada yo digo “Qué bueno. Cómo se va a llamar?”. Y quería tener más hijas para poder escoger más nombres. No sé si lo saben (algunos sí) pero el apellido de mi marido es Lau (cantonés) y pega con cualquier cosa. O casi. Yo lo llamo por el apellido (larga historia escolar) pero en realidad su nombre es Carlos Alfonso. Durante mi primer embarazo yo estaba transitando por mi más intensa fase de amor por Francia y quería que mi hija tuviera un nombre francés como el mío (Jacqueline), así que hasta el quinto mes la llamé Nicole. “Buenos días Nicole, vamos a darnos una ducha”. “Hola Nicole, si no quieres comer Nutella dame tres pataditas”. Hasta que un domingo estábamos almorzando en casa de mi mamá, ella se me acerca y…

– No te parece que Nicole Lau suena a la prueba del cáncer de cérvix? – preguntó en tono tan casual que te das cuenta de que lleva quince días pensando en eso.
– Cuál? – dije con cara inmediata de huevo frito.
– La citología vaginal
– Pero, pero… ?! – intenté argumentar semi atacada y previendo lo peor.
– Le van a decir en el colegio Papanicolaou – sentenció mi madre con cara de inocente. Como si ella nunca hubiera estado a punto de ponerme Penélope.

PLOP.
Casi-desmayo de la mamá de Papanicolaou.
A buscar nuevo nombre.
Por suerte tenía algunos finalistas que me gustaban mucho y, después de varios días de tortura mental, escribí en un papelito:

Alexandra   –   Marianne   –   Natalie

Y se lo di a Lau, quien es fatal para escoger cosas. El estaba en la sala de nuestro apartamento jugando en la computadora El Príncipe de Persia y yo estaba en la cama viendo televisión. Le pedí que eligiera uno. “Tu favorito de estos tres”. Regresé a la cama y esperé. Esperé. Y esperé más. Por fin, al cabo de un año o dos, se abrió la puerta solo un poquito, Lau metió la cabeza, me miró y dijo: Marianne. Y así nuestra bebé adquirió el nombre más francés de Francia. Ahora pienso que jamás podría haberse llamado de otra manera. Ella es una total Marianne de los pies a la cabeza.

Con mi segunda bebé usé el mismo sistema. Escribí en un papelito mis finalistas:

Constanza   –   Valeria   –   Lorena

Y esta vez se lo di a Marianne, que tenía dos años y medio. Estábamos haciendo una hermana para ella, la bebita era suya así que tenía sentido que ella la nombrara. No sabía leer pero le hacía ilusión sostener el papelito. “Valérie” dijo súper decidida. No Valeria sino Valérie (pronunciado en francés Valerí). Y listo. Solo me queda contarles que mi nombre favorito no es ninguno de esos. Mi nombre favorito es Claudia pero no lo usé nunca porque ya sabía que nos íbamos a ir de Venezuela y no me gusta como suena en inglés y francés. Y ustedes? Cómo se llaman sus retoños y por qué? Alguien más estuvo a punto de ponerle un nombre ginecológico?

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PS: Mis hijas se llaman Marianne Alexandra y Valeria Constanza.

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