Mis viajes – Jackie Rueda https://www.jackierueda.com Jackie Rueda Photography, cursos de fotografía, Atelier, Fine art photography Wed, 20 Nov 2024 04:53:13 +0000 es-ES hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.4 El viaje no-viaje https://www.jackierueda.com/viaje-no-viaje/ https://www.jackierueda.com/viaje-no-viaje/#comments Wed, 19 Aug 2020 22:00:43 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=67026 Buscarle el lado bueno a las situaciones malas siempre me ha parecido cursi. A mí déjenme revolcarme en mi miseria. Cuando estoy sumida en mis lamentos y alguien me dice “Pero...

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Buscarle el lado bueno a las situaciones malas siempre me ha parecido cursi. A mí déjenme revolcarme en mi miseria. Cuando estoy sumida en mis lamentos y alguien me dice “Pero búscale el lado positivo” me dan ganas de cometer un crimen. En ese instante soy un peligro. Dicho esto, acabo de encontrarle un lado sumamente positivo a la porquería que es no haber viajado este verano.

Después de siete meses siendo de la porción de la población terrestre que trabajó millón de horas al día durante la pandemia, decidimos tomarnos unas vacaciones. Fueron cinco días. Iban a ser seis, pero hubo tormenta. Usé el día de la tormenta para comprar una lámpara que llevaba meses queriendo. Y la compré a mitad de precio porque tiene un defecto que mis ojos no pueden detectar.
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Aunque han bajado mucho los casos, todavía no estamos cómodos con la idea de hoteles y restaurantes. Por eso planificamos ir a destinos lindos a no más de dos horas de Montreal, regresando cada noche a dormir en nuestra casa. Llenamos la cesta de picnic de comida y nos lanzamos un tour de lagos. Así fue como descubrimos, totalmente por accidente, la que ahora es mi playa favorita de agua dulce: Lac des Sables (fotos de arriba). Es bastante remota, se llega por carretera de tierra, no hay Internet, entonces tienes que entretenerte como en la antigüedad: conversando con otros seres humanos, nadando, leyendo y explorando. Valeria está haciendo un herbario así que recogió muchos especímenes botánicos y los identificó con un libro que compró en una tienda de segunda mano. La brisa suave tenía esa temperatura perfecta que hace que sientas que te están acariciando. La banda sonora era el chapoteo, las ramas de pinos moviéndose y niñitos jugando en francés. Sentí que me lavaban la mente con suavizante y la dejaban libre de mortificaciones. No lejos de este lago hay arroyos y cascadas con mesas de picnic teatralmente ubicadas. Nadie le gana a Canadá en colocación de mesas de picnic. A donde lances una piedra hay una mesa de madera completamente cinematográfica.
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Todas las fotos de este post son de mi iPhone.

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El día de Rawdon fue inolvidable. Protestamos cuando nos cobraron $12 por persona para mirar la cascada Dorwin, que está ahí desde que Canadá existe. Pero con ese ticket puedes ir a tres sitios preciosos y les exprimimos las posibilidades hasta la última gota. Comimos bajo los pinos, amamos desenfrenadamente la cascada y, cuando nos dio mucho calor, nos fuimos a nadar a la pequeña playa municipal. El mejor chapuzón del verano. Agua cristalina con pececitos y temperatura perfecta, canoas y kayaks de colores navegando alrededor.
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Terminamos ese día glorioso en el Parc des Cascades, un sitio épico al que llegamos con la luz dorada del final de la tarde. Canadá tiene sorpresas en cada curva. Rawdon, I love you.
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Las rocas inclinadas forman pozos cristalinos. La zona es inmensa, este es solo un pedacito.

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Otro día fuimos a hacer una caminata en la reserva natural Gault en el Mont Saint-Hilaire. Valeria se dedicó a fotografiar champiñones en el bosque y eso hizo que el sendero fuera emocionante porque íbamos con la mirada alerta, dando saltos de emoción con cada hallazgo.  Los chipmunks correteaban, los robles se mecían con el viento. Un paseo muy Blancanieves. En el pueblo hay muchos huertos de manzanas y compramos sidra y mermelada.
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Pasamos la tarde en Chambly. El verano pasado vinimos a este pueblo con mis padres y había un festival de verano. Una banda de rock tocaba en la calle, hicimos una degustación de cervezas artesanales mientras veíamos pasar un desfile de carros Ferrari que brillaban rojísimos bajo el sol, comimos helados y visitamos el museo histórico del fuerte. Lo único igual esta vez fue el sol. Menos fiesta y más máscaras y desinfectante, pero igual de bonito.
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La pandemia no es la única culpable de que no hayamos viajado este verano. Ya habíamos decidido no hacerlo porque no queremos dejar a Harry. Si eres nuevo en mi blog, Harry es nuestro gato de 18 años que no está esplendoroso de salud y que tiene ansiedad y se pone flaquito cuando lo dejamos solo. Hemos trabajado duro para hacerlo engordar un kilo. Mientras Harry esté con nosotros no me veo largándome a vivir una aventura. Gracias a eso conocí lugares de ensueño muy cerca de mi propia casa, me relajé al infinito, hice picnics (mi pasión en la vida) y leí un libro precioso*. Resulta que ese, amigos, es el famoso lado positivo.

 

¿Cuál es tu comida favorita para llevar a un picnic?.  Nosotros solemos llevar pollo empanizado, varias ensaladas vegetarianas de las que viajan bien, brownies, quesos, quiches, pisto de atún, algo delicioso de charcutería, baguettes, fruta… No todo el mismo día, claro. Necesito nuevas ideas e inspiración. Hace unos años dejamos de usar utensilios desechables. Tenemos siempre lista la cesta con todo para no buscar por la casa si de pronto nos dan ganas de salir de picnic. Después de comer, metemos todo lo sucio en una bolsa, lo lavamos al llegar a la casa y regresa a la cesta para la próxima vez. También llevamos sillas de camping, mantas, toallas, binóculares y un termo de agua para no comprar botellas plásticas.

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*El libro es “Please look after mom” de Kyung-sook Shin. En español se llama “Por favor, cuida de mamá”.
Nota: A Harry nunca lo dejamos “solo”. Lo acompañan nuestros otros gatos Opal y Minuit y tenemos una cuidadora amorosa que viene cada día a atenderlos y nos manda videos y fotos. Pero no es lo mismo

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Mi regalo de cumpleaños https://www.jackierueda.com/quebec-mi-regalo/ https://www.jackierueda.com/quebec-mi-regalo/#comments Wed, 08 May 2019 22:30:50 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=50648 Mi cumpleaños fue el 15 de marzo. Han pasado casi dos meses, pero mi autoregalo fue un viaje inolvidable y relámpago con Marianne y merece el relato. Mis cumpleaños me dan...

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Mi cumpleaños fue el 15 de marzo.

Han pasado casi dos meses, pero mi autoregalo fue un viaje inolvidable y relámpago con Marianne y merece el relato. Mis cumpleaños me dan mucha ansiedad. No por hacerme más vieja (aunque no sería malo hacerme más joven) sino por la atención. Me da estrés al infinito recibir llamadas, facetimes, skypes y mensajes. No tengo una explicación racional para eso. Sería deprimente que nadie en el mundo supiera que es mi cumpleaños, ¿verdad? Mi mamá siempre me recuerda que la gente me felicita porque me quiere. Pero quisiera pasar ese día lo más desapercibida posible. Ya sé que no es normal, pero es real. Y aunque irme de Montreal no soluciona nada porque Internet va pegada a mí como un chicle, me desconecté de todo y fue genial. Marianne y yo nos fuimos en tren a la bellísima ciudad de Quebec.

Tomamos el tren desde Montreal un jueves de invierno cargadas de revistas, música y chocolates. El viaje fue relajante. Todo estaba cubierto de una capa inmensa de nieve cremosa como nata recién batida. Canadá blanca y helada es un sueño y durante esas horas la disfruté con suspiritos. Al llegar a Quebec dejamos las cosas en nuestra habitación del Chateau Frontenac y fuimos a comer a Petit Chateau, justo al lado. Pedimos la raclette vegetariana y disfrutamos de la obscenidad que es ver el queso derretirse lentamente bajo la lámpara. Nosotras podemos vivir de solo queso y es terrible porque queremos dejar los lácteos por amor al planeta.
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No tengo ninguna foto gloriosa, todas las de este post son de mi iPhone y en contra de la naturaleza.

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Luego fuimos a caminar. Tuvimos un clima horroroso. Hubo una subida repentina de temperatura y la nieve se fue convirtiendo en un pantanal marrón. Pozos de lodo espeso por todos lados. Además, estaba muy oscuro y llovió fuerte prácticamente todo el tiempo. Nunca me había alegrado tanto de no llevar cámara. No puedes llevar la cámara a un apocalipsis zombie.

Marianne escucha podcast sobre historias paranormales y leyendas de miedo. Yo soy fan del true crime y de los audiodramas de suspenso. Era de noche, estaba lloviendo, las tiendas habían cerrado absurdamente temprano (¿por qué, Quebec?) y las dos íbamos por esas calles antiguas contándonos el último podcast la una a la otra y nos autoinducimos pavor. Lo recuerdo y se me paran los pelos del brazo. De paso, había personas con aspecto de cadáver escondidas en las esquinas oscuras. Eran actores del ghost tour esperando los visitantes. No gracias.

Habíamos planeado para esa noche unos cocteles y nadar en la piscina tibia del hotel, pero las camas de la habitación nos abrazaron de tal manera que terminamos empijamándonos y cenando papitas Pringles del minibar. Fue delicioso.

Al día siguiente era mi legítimo cumpleaños y queríamos un desayuno especial. En el hotel no podía ser porque un huevo costaba 40 dólares. Pero resulta que había una tormenta y, además, por alguna misteriosa razón todos los restaurantes de la zona estaban cerrados (¿por qué, Quebec?). Buceamos bajo la lluvia torrencial helada hasta que encontramos un sitio abierto en la Rue Champlain. En Cochon Dingue comimos unos huevos benedictinos épicos.
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La lluvia se hizo más ligera y dimos un paseo hasta la Maison de la Littérature, una de las bibliotecas más bellas que he visto. En los años cincuenta el 95% de la población de la provincia de Quebec iba a misa y ahora solo va el 5%. Por eso unas 550 iglesias han sido transformadas en teatros, condominios, museos, aulas y bibliotecas.  Esta casa de la literatura tiene que ser la remodelación más linda de todas. Marianne y yo nos sentamos un rato a beberla despacito y en silencio. Si yo viviera en Quebec City me tendrían que sacar de ahí con el ejército.

Nuestro siguiente destino fue el Musée National de Beaux Arts para ver la bienal. Me enamoré de la nueva ala diseñada por Shohei Shigematsu con esas escaleras y ese ascensor dorado gigante. El edificio tiene más de dos años y yo no lo conocía. Nuestras piezas favoritas de la bienal fueron las exquisitas fotos de Meryl McMaster.
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En la tienda nos compramos anillos de plata idénticos de recuerdo. Después de ver el museo de arriba a abajo nos fuimos a comer. Queríamos ir a un sitio italiano muy pintoresco porque lo conocíamos y bajo la lluvia no podíamos explorar, pero estaba cerrado (¿por qué, Quebec?). Entonces entramos al restaurant que quedaba literalmente al lado y nos comimos la mejor pizza de champiñones de nuestra vida. Luego paseamos un rato más y tomamos el tren de regreso a Montreal.

La tienda del museo y una exhibición para niños sobre arquitectura.

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Antes de que alguien piense que elijo a una hija para esto y a otra hija para aquello, quiero decir que siempre quiero estar con las dos hijas, pero por lo general una no puede. En este caso Valeria se quedó en casa y su revancha llegó un mes más tarde cuando fue conmigo a Boston y Marianne no. Gracias por los comentarios tan adorables en ese post de Boston. Leerlos me motivó a escribir hoy sobre Quebec City y al hacerlo reviví el viaje y me sentí superfeliz.
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Si tienes alguna recomendación de podcast para nosotras ¡adelante! Pueden ser en inglés o español. Y si a alguien más le dan ansiedad los cumpleaños que me lo diga para no sentirme tan bicho raro.

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Boston: Lluvia de magnolias https://www.jackierueda.com/boston-en-primavera/ https://www.jackierueda.com/boston-en-primavera/#comments Thu, 25 Apr 2019 23:32:35 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=49474 El blog ha sido resucitado. Por hoy, al menos. . . Abandonar el blog debe ser una especie de maniobra de autodestrucción porque publicar aquí ha sido desde el 2006...

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El blog ha sido resucitado. Por hoy, al menos.
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Abandonar el blog debe ser una especie de maniobra de autodestrucción porque publicar aquí ha sido desde el 2006 una de mis mayores fuentes de felicidad en la vida. Las cosas evolucionan, se transforman y te llevan por otro camino. A mí a veces, más que llevarme por otro camino, me arrastran como si fuera una bolsa plástica en la autopista. Escribo las historias en mi mente, pero rara vez llegan aquí. Creo que la razón principal para autosabotearme es que este blog es más que nada sobre las cosas buenas y positivas de mi vida en Montreal y me da vergüenza escribir sobre eso mientras mi país, Venezuela, se precipita por el abismo que parece no tener fin. “¡Hola! Aquí están las florecitas de mi primavera” es tan cruel. Pero la realidad es que esta es mi vida desde hace casi catorce años, la fotografía es mi trabajo y aquí están las florecitas de mi primavera.
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Es la primavera de Boston a la que vamos casi cada año cuando Lau corre el maratón. Viajo a lugares increíbles en el mundo y no escribo nada,  pero cada vez que voy a Boston lo publico en el blog. Quizás es porque me ponen tan feliz esos árboles. O porque la primavera de Montreal tarda mil años en llegar y esto es como que te den los regalos de Navidad en noviembre. Por lo general en Boston hago caminatas infinitas con Valeria mientras Lau corre o hace actividades relacionadas con la carrera. Siendo fotógrafas las dos es divino ir juntas porque nos mueve el mismo interés, nos gustan los mismos sitios, esperamos la misma luz.

Casi siempre empezamos en el Public Garden. Es uno de los parques más románticos que he encontrado en mis viajes: sauces, fuentes, estanque con botes-cisne, un puente celeste, estatuas, verjas de hierro forjado y docenas de cerezos que florecen en abril. Siempre estamos allí muy temprano, poco después del amanecer, así que tenemos el parque casi para nosotras solas. Cada vez que vamos Valeria recuerda que hace como diez años le conté ahí El Exorcista. No fue uno de mis momentos más brillantes como madre, pero lo que no te mata te hace más fuerte. Desde el parque nos encaminarnos a la Commonwealth Avenue para fotografiar magnolias y jugamos a elegir la casa que queremos comprar en nuestra próxima vida, cuando seamos millonarias y Trump se haya muerto.
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Valeria en Tatte Bakery & Café

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El post tiene muchas fotos de flores, pero en realidad voy a hablar más que nada sobre comida. El día de la carrera, mientras Lau corría 42 kilómetros, Valeria y yo desayunamos tres veces. El primer desayuno fue algo normal en el hotel: huevos, bagel, avena, fruta. El desayuno número dos fue en la preciosa chocolatería L.A. Burdick de Claredon Street. El chocolate caliente de ese lugar te unta de terciopelo la vida. Cientos de fotos más tarde volvimos a desayunar en la Tatte Bakery and Café de la calle Charles, en Beacon Hill. Lo ideal es pedir shakshuka, pero era nuestro tercer desayuno y no me cabía. Todo es delicioso. En los dos sitios había cosas ricas sin gluten para Valeria y eso es siempre un triunfo. Después de comer ahí estuvimos curioseando las tiendas de antigüedades de esa calle (Valeria es fan) y no compramos nada porque todo era $$$$$$$$, pero estuvimos irracionalmente tentadas.
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En este viaje comí en tres sitios que no había conocido antes. En la calle Newbury hay una heladería pequeñita que se llama I-ce-ny especializada en rolled ice cream tailandés. Es tan rico que yo, que no son fan de los helados y mucho menos de hacer colas, esperé más de cuarenta minutos y al día siguiente lo volví a hacer. El que probamos es de taro con coco rallado, mochi y leche condensada por arriba. No hay palabras. Y no hay fotos tampoco porque me comí el helado como una salvaje.


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Otro sitio bellísimo es Terra, un restaurant italiano decorado con tema botánico. La comida no me cambió la vida, pero estuvo muy bien, nos gustó y el sitio es tan bonito que hace que todo sepa a gloria. Queda en en tercer nivel de Eataly Boston, un mercado de alimentos italianos para volverse loco. Lo hay en varias ciudades de Estados Unidos. Gelato, pizzas, quesos, salami, paninni, cannoli, pastas … si te gusta la comida italiana corres el riesgo de perder la razón. Yo la perdí y me compré una gran colomba de almendras y naranja que me comí sola. Sola.
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Terra, fotos bien malas de mi iphone.
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Esta vez en Boston caminamos por la orilla del río Charles y nos sentamos en el muelle con los pies colgando mientras veíamos los veleros cruzar frente a nosotros. Fuimos al Boston Fine Arts Museum y vimos tres exposiciones fabulosas. Mi favorita fue la de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide. Paseamos por el Emerald Necklace y volvimos a recorrer una vez más la Beacon Hill. Un momento cero glamour fue cuando Valeria y yo nos quedamos dormidas dentro del carro en un estacionamiento público. Nos despertamos dos horas después y no sabíamos ni dónde estábamos. Creo que hasta babeamos. En nuestra defensa, había una tormenta terrible, hacía frío y teníamos mantitas suaves.
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Fotos de mi iPhone: 1) Citrus & Salt 2, 3, 7, 8) Boston Fine Arts Museum 3) Public Garden 5) Acorn Street 6) Newbury Street

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El tercer sitio delicioso donde comimos y que ahora se ha convertido en mi obsesión es Citrus & Salt. Es un restaurant mexicano muy bello donde las porciones son pequeñas para que puedas probar muchas cosas y compartirlas. Pedimos frozen margaritas y seis platos que estaban tan asombrosamente divinos que Valeria dijo que vale la pena ir a Boston solo para comer ahí. Nuestra última comida fue en el restaurant del museo de bellas artes, contra todo pronóstico, fue deliciosa. Tuvimos mucha suerte gastronómica.

Lo único que no me salió bien en este viaje es que Marianne no pudo venir. Por distintas razones nunca puede venir a Boston. Y no pude ir al Isabella Stewart Gardner Museum porque estaba cerrado. Dos excusas perfectas para regresar pronto. (y comer otra vez en Citrus & Salt)

Me siento bien de haber tomado un par de horas para hacer este post. Cuando me preguntan en Instagram si voy a escribir en el blog sobre lo que hago en un viaje me dan unos remordimientos de conciencia grandísimos por no hacerlo. Gracias por presionarme. Ahora me dan ganas de contarles el viaje relámpago que hice con Marianne para celebrar mi cumpleaños, pero esa es otra historia

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PD: Si eres una de las 400 personas que me dejaron de seguir en Instagram el día en que publiqué en mi story lo que está pasando en Venezuela, no tienes corazón y yo tampoco te quiero. Estoy segura de que vives en un país con democracia, seguridad, alimentos, medicinas, agua y electricidad.

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Guía para viajar ligera https://www.jackierueda.com/guia-para-viajar-ligera/ https://www.jackierueda.com/guia-para-viajar-ligera/#comments Mon, 14 Aug 2017 05:00:57 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=30211 Este post es absurdamente largo para el tema tan tonto que trata. Tuve un episodio lunático cuando lo escribí, pero ha nacido y es mi hijo, así que aquí está....

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Este post es absurdamente largo para el tema tan tonto que trata. Tuve un episodio lunático cuando lo escribí, pero ha nacido y es mi hijo, así que aquí está. Mientras lo lees camino bajo la humedad de Singapur. Es la primera vez que pongo un pie en Asia y estoy ilusionada a pesar del pronóstico espeluznante del clima (lluvia, rayos y truenos). Como siempre, vine solo con un pequeño carry-on (la maleta chiquita con ruedas que va en cabina). Mientras empacaba recordé que el año pasado, cuando estuve viajando por Europa por un mes también con un solo carry-on, me pidieron en Instagram que explicara cómo lo consigo. Un año más tarde (veloz como una tortuga) aquí estoy cumpliendo mi promesa. Hay gente que viaja muchísimo más ligera que yo, pero la mayoría de mis amigas lleva diez veces más de lo necesario. Así que voy a perder totalmente el glamour explicando cómo puedo vivir un mes entero de una mini-maleta y sin apestar.
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primero, las ventajas

  • Cuando viajamos siempre alquilamos un carro para hacer recorridos por carretera y allí tienen que entrar nuestras maletas (somos cuatro personas), más la mochila de equipo fotográfico y a veces el maletín del drone, el trípode, más nuestros bolsos de mano. Si no es una gran camioneta sino un carro normal, la única manera de que todo eso quepa es ser minimalista.
  • A veces cambiamos de hotel cada noche o cada dos y esos hoteles -especialmente en Europa- tienen habitaciones pequeñas. Imagina el maratón y la falta de espacio con un equipaje grande.
  • Muchas veces podemos llevar todo con nosotros en cabina lo que nos ahorra la taquicardia ante la posibilidad de una maleta perdida. Otras veces no nos dejan porque la maleta está muy gordita y en la misma puerta de embarque nos la quitan y nos dan un ticket, pero al salir, en la misma puerta de embarque nos la devuelven. Salir del aeropuerto velozmente = epic win.
  • Es maravilloso transitar por los aeropuertos, puertos y estaciones de tren solo con una maletita muy pequeña que puedes arrastrar con un dedo.

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TIP

Para que todo vaya fabulous tienes que invertir en un buen carry-on, con cuatro buenas ruedas, que rueden y giren con fluidez, que maniobren a toda velocidad, que tenga un cierre (zipper, cremallera) que permita expandirlo si hace falta. Prueba si el asa se extiende y colapsa fácilmente. Mi preferido es el que tiene un compartimiento profundo y una tapa con bolsillos. No me gustan los que tienes que abrir en forma de mariposa con dos compartimientos (uno a cada lado) porque ocupan más sitio en el hotel. Invierte en calidad porque lo vas a rodar por aceras desiguales, por puentes y adoquines y lo barato sale caro.

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@bisualstudio

Esto es lo que hago

  • En verano es pan comido porque la ropa pequeña y ligera no ocupa mucho. Llevo puesto en el avión lo que más abulta. Elijo ropa que combine entre sí para que un mismo cardigan, un solo bolso, las mismas sandalias y un par de bufandas ligeras vayan bien con todo. Y para que tres “partes de abajo” peguen bien con siete “partes de arriba”.
  • Vaya a donde vaya llevo solo dos calzados y eso porque si se me cae el desayuno sobre los zapatos me haría falta un back up. La realidad es que a veces estoy un mes con las mismas sandalias o con las mismas botas y no necesito nada más. El secreto es elegir un calzado que te combine con todo, que sea lindo para que no te sientas como un esperpento y que sea supercómodo. Y esto.
  • Si voy a un clima frío la ropa es gorda. Pero como voy a estar cubierta siempre con el mismo abrigo y un par de sweaters, no importa que repita muchísimo lo otro. Mi ropa se conserva más tiempo limpia porque no sudo. Me cambio las bufandas para no salir idéntica en las fotos, pero en secreto llevo puesto lo mismo una y otra vez.
  • Levo ropa interior y blusas para siete días. Al final de ese lapso tengo que lavar. Lavar es el secreto de los viajeros minimalistas. ¿Cómo lavar? Si vas solo a hoteles de lujo detente y no sigas leyendo porque el glamour se nos va a despeñar por un abismo. En Estados Unidos y Canadá nos aseguramos de tener cada cierta cantidad de días un hotel con lavadoras y secadoras que usas con monedas. En Europa tenemos que reservar un Airbnb o un apartamento con lavadora (lo de la secadora es prácticamente imposible) y espacio para tender la ropa. En ese lugar tenemos que estar al menos dos noches para dar tiempo a que la ropa se seque (depende de la humedad del ambiente). Es una logística a la que estamos habituados. Una forma de asegurarte de tener algo limpio y fresco siempre es lavar una blusa y tu ropa interior en la noche al ducharte en el hotel.
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NO ERES LA UNICA

Instagram y YouTube están llenos de viajeras hermosas, sexys, glamorosas que lavan su ropa en el lavamanos del hotel. Lleva un envase pequeño con detergente líquido o una bolsita con detergente en polvo y pinzas de colgar. Usa las perchas del closet, el tubo de la cortina de la ducha, el colgador de las toallas, los radiadores de la habitación o la romanilla de las puertas y contraventanas para poner tu ropa a secar. Nadie va a morir de espanto por eso. La camarera no te va a juzgar. Lo importante es que no cuelgues nada que se vea desde la calle. Perdemos un poco la dignidad, pero no así.

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  • Empaco toda mi ropa en bolsas click a las cuales les saco todo el aire que puedo antes de cerrarlas. Y meto la ropa en forma de rollito. Así aíslo las cosas para que no huelan a maleta, nada se arruga (jamás he planchado en un viaje, el lino se queda en casa) y si se derrama un líquido o mojan mi equipaje en el aeropuerto salgo relativamente ilesa. Tener la ropa en estas bolsas hace que toda mi maleta esté organizada.
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Minuit, mi asistente.

  • Al quitarme la ropa sucia la enrollo de nuevo y la meto en las bolsas. Así mantengo separado lo limpio de lo sucio y controlo olores en ese hábitat diminuto que es mi carry-on.  Hay bolsas caras y bellas especiales para este propósito, pero nada le gana a mis bolsitas de supermercado.
  • Llevo mis cosméticos en envases pequeñitos para viaje. No tengo que llevar todo el frasco de hidratante cuando sé que me alcanza con una pequeña porción. Lo mismo con el acondicionador, el champú, la loción, etc. En Canadá (y en muchos países) venden montones de productos de aseo en tamaño enano para viajar, pero si no quieres pagar esos precios ridículos, consigue envases plásticos y envasa tus propias cosas.

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Esto y el pequeño bolsito de maquillaje es todo lo que necesito en un viaje de un mes.

  • Antes viajaba con pulseras y collares diferentes para cada blusa o vestido en un bolso. Absurdo. Not anymore. Llevo una cadena, dos pulseras y un anillo de plata que combinan con todo y que no me quito nunca, así no corro el riesgo de perderlos. Parece mentira, pero así ahorro peso y espacio.

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  • Mi accesorio de viaje favorito es una gran bufanda ultraliviana que sirve para abrigarme, para acostarme en la arena, para cubrirme al entrar a un templo, para improvisar un mantel de picnic, para sentarme en un sitio sin ensuciarme, para arroparme en el avión, para usar de funda si no me gusta el olor de la almohada del hotel (neurosis), para secarme, para colgarla en la ventana del carro y taparme el sol. Se lava en 3 minutos y en un ratito esta seca y fresca. Una negra es ideal.

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Objetos-confort

Viajar con lo mínimo no significa privarte de todo ni ir con la austeridad de un monje. Hay cosas que hacen mi viaje más confortable y no renuncio a ellas. La primera son los pijamas. Yo tengo un drama con no tener un pijama limpio y fresco, así que reduzco ropa y aumento pijamas.  También llevo una almohadita pequeña que abrazo para dormir. Hace que cualquier cama se sienta como mi cama.  Y llevar una botella pequeña de perfume logra que yo no huela permanentemente a maleta. Piensa qué cosas te hacen sentir bien. Son unas vacaciones, no una penitencia.
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Uno va con maquillaje (lo mínimo),  otro con cables y cargadores y la bolsa de Charuca con mis pijamas. El bolsito de medicinas lleva ibuprofeno, curitas, antihistamínico, pastillas para el mareo, otras para el dolor de barriga, crema antibiótica para heridas, gasitas desinfectantes y mis vitaminas. Hemos comprobado por turnos que este bolsito es crucial para nuestra supervivencia (intenta encontrar una farmacia abierta un domingo por la tarde en un pueblo de Italia).
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Drama: las compras

Viajar ligero es el éxtasis, pero la tragedia viene cuando quieres comprar algo. ¿Cómo embutir esa linda ensaladera de cerámica provenzal en una maletita donde va todo encajado al milímetro? La mala noticia es que no se puede tener todo en la vida. Si planeas shopping, mi estilo de equipaje no es para ti. Si compro una pañoleta, una pulsera, un anillo o incluso una blusa o un gorro tejido, no hay problema. Pero por lo general me enamoro de libros. Es mi flechazo #1 en un viaje: libros de cocina local, libros fotográficos, libros de las exposiciones en los museos.
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TIP
Lo que siempre hago es revisar en mi teléfono rápidamente si el libro está en Amazon (uso la app). Si lo está, lo compro y me lo envío para que me espere en la casa (¡me hace ilusión!) y generalmente es mucho más barato así, a veces la mitad del precio. Si no está y de verdad lo quiero, me visualizo llevándolo todo el camino a cuestas hasta Montreal. Si pasa el test es que no puedo vivir sin él.

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Tu mejor amiga: la tote bag

Siempre voy preparada para un poquito de compras así: mi bolso durante el viaje es una gran tote. No se cómo llamarla en español, pero es este tipo de cartera.
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1. Es ligera.  2. Le cabe mucho: sweater, bufanda, botella de agua, guía, teléfono,  cámara, sombrero, protector solar, toalla, etc, etc. 3. Es cómoda. Se cuelga bien, no se me desliza en el hombro y meter y sacar las cosas en el carro o el avión es fácil. 4. Es barata. Al menos las que yo me llevo. Esa plateada de la foto me costó 10 dólares canadienses en H&M y ha estado conmigo todo el verano. Nunca me llevo una de más de $40 porque las pongo en el suelo del carro, del avión (y les monto los pies), del camarote, del parque, de la playa… las trato sin misericordia. Al final del viaje mi fiel tote bag me sirve para traerme en cabina todas mis compras. O me llevo una segunda tote bag planita en la maleta y me la traigo llena al regreso, una en cada hombro.
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TIP

Si eliges una tote bag necesitas tener en cuenta que igual que es cómoda para ti, es cómoda para los ladrones. Compra una que tenga algún tipo de cierre o pídele a un zapatero que se lo ponga. Muchas traen un bolsillo interior que sí se cierra donde puedes meter las cosas de valor. Ponla siempre delante de ti en las multitudes y ciérrala con tu brazo. Es lo que yo llamo turismo defensivo.

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Secar o no secar

Si haces un viaje costero o uno a sitios con posibilidades acuáticas necesitas una toalla. La cosa es que la toalla ocupa literalmente la mitad del carry-on y quizás la uses solo un par de veces. Para resolverlo existen las toallas de viaje de microfibra. Con mucho escepticismo y después de leer opiniones en Internet compré estas (hay varios tamaños). No ocupan nada, son suaves y se secan en minutos. Se pueden colgar del bolso mientras paseas para un secado ultraveloz. Las usamos to the infinity and beyond.
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Climas opuestos

El máximo reto para viajar ligero es cuando vas con la misma maleta a dos destinos con climas completamente opuestos. Por ejemplo, una vez fuimos del frío de Islandia y al calor ardiente de la costa italiana en julio. La ropa de abrigo de Islandia era voluminosa y no podíamos cargar con ella el resto del mes. Lo que hicimos fue meterla (y las botas) en una caja y enviarla desde Islandia a nuestra casa en Canadá, antes de irnos al aeropuerto vía Roma. El envío costó unos 150 dólares. Es caro, pero dentro del presupuesto total de un viaje no es nada y la magnitud del alivio que supone lo justifica. Pero eso hay que planificarlo. Nos llevamos la caja desde nuestra casa, plegada, porque ya sabía que en Postur no vendían una tan grande. Buscamos en un mapa la oficina postal más cerca del aeropuerto y el horario, le escribí a Postur con el peso y medidas de la caja para que me dieran el precio del flete (cero sorpresas desagradables) y me respondieron en una hora. Un poquito de estrategia nos hizo la vida mucho más cómoda.
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La despedida a nuestra caja. El funcionamiento de Postur es espectacular, como todo en Islandia.

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Después de tener cuatro años leyendo este post kilométrico, ojalá algo de mi método te sea útil y te inspire para viajar más light. ¿Eres de las personas que van con cuatro cosas o de las que van con cuatro maletas? Si tienes tips para mí los recibo contenta. Soy toda receptiva cuando me dan cualquier consejo para viajar, ojalá fuera así de atenta para todo en la vida.
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El próximo lunes no habrá post porque estaré en San Francisco. Puedes seguir mi viaje en Instagram y no olvides mirar mi story. Si estás participando en la Búsqueda del Tesoro recuerda que tienes hasta el último día de este mes para compartir tus fotos con nosotros. 

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Un fin de semana en Portland, Maine. https://www.jackierueda.com/un-fin-de-semana-en-portland/ https://www.jackierueda.com/un-fin-de-semana-en-portland/#comments Mon, 07 Aug 2017 05:00:30 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=30093 Hello. Tal parece que este verano me dio por hablar de viajes. Es que tengo acumuladas tantas fotos e historias de sitios bonitos que están todas peleándose por salir de...

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Hello. Tal parece que este verano me dio por hablar de viajes. Es que tengo acumuladas tantas fotos e historias de sitios bonitos que están todas peleándose por salir de mi cumputadora, así que lo escribo con ilusión. Cosas lindas están pasando en estos días. La más importante es que mi Pichu regresó a los brazos de su mami después de tres meses de vivir en Orlando. Marianne estaba trabajando en el programa internacional para estudiantes de Disney World y ya me la devolvieron tan adorable como siempre. En tres meses solo la vi las 48 horas que estuvo aquí para su graduación. La estoy gastando de tanto amapucharla. Ahora estamos preparando maletas porque en unos días nos vamos de vacaciones a San Francisco y Singapur, así que hay emoción en el ambiente. Todo esto está parcialmente empañado por la tristeza y el miedo por Venezuela, que es como un mordisco profundo en el corazón, pero tratamos de concentrarnos en cumplir los planes teniendo la mente positiva y esperanzada. Lo otro triste es que mis papás están ya a punto de regresarse a España, pero al menos nos quedan los buenos momentos que hemos pasado juntos. Por ejemplo, nuestro fin de semana largo en Portland.
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Portland Head Lighthouse, Cape Elizabeth

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Lau y yo nos llevamos a mis papás y a su mejor amiga Berta a pasar tres días de paseo en Portland, a cinco horas de Montreal. En Estados Unidos hay otra Portland en el Pacífico y a esa también hemos ido, pero hoy hablo de la que me queda cerca, en el Atlántico. Los abuelos tienen entre los tres 247 años, pero cuando se juntan disfrutan como carajitos y todo les parece fabuloso. Me metí en el túnel del tiempo de mi tierna infancia, tratando de recordar las carátulas de la colección de discos de mis papás, e hice una playlist en Spotify al gusto de los tres muchachos. Una ensalada de Charles Aznavour, Engelbert Humperdinck, Tom Jones, Las Mocedades, Nana Mouskouri, Nino Bravo, Mireille Mathieu, Leonardo Favio, Cat Stevens, Frank Sinatra y por el estilo. En carretera ellos iban atrás fascinados y Lau y yo adelante constatando que hubo un tiempo donde estaba de moda hablar en medio de las canciones.

“Hoy corté una flor
y llovía, llovíííía …” ♫♪

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SABADO

Salimos de Montreal a las 6 am. Es violentamente temprano, pero teníamos miedo de la cola en la frontera (no hubo). Salir a esa hora con adolescentes es terror con horror, pero con abuelos no hay ningún problema porque están espabilados, vestidos e hiperentusiasmados en la puerta desde las cinco. El paso por las White Mountains es bello en todas las estaciones. En invierno es un cuento de hadas, en otoño es para flipar y en verano todo está tan verde, los lagos y ríos brillan azules bajo el sol, la gente va con sus canoas y biciletas y se respira dicha. Después de saborear New England atravesando los pintorescos Littleton, Bethlehem y Bartlett, hicimos una parada en North Conway para almorzar muy rico en Muddy Moose y pasar media hora revisando tonterías en la Zeb’s General Store. La colección de condimentos es enorme. De allí le traje a Valeria, la gourmet de la familia, unas mostazas con chocolate, con arándanos y con rábano picante.

“Cómo poder olvidarte
si eres fuego de mi hogueraaaa” ♪♫

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Casco Bay

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Seguimos por la carretera 302 porque es escénica y llegamos a Portland. Nuestro primer paseo fue a Cape Elizabeth. El solo recorrido en carro vale la pena porque el vecindario es prístino y la arquitectura es linda. Visitamos el Portland Head Lighthouse (es la foto del faro con las flores, más arriba), el lugar más célebre y fotografiado de Portland. Es como estar en una postal viviente. Luego fuimos al Two Lights State Park. Es un pedacito de costa con formaciones rocosas interesantes que hay que recorrer dando saltos, encontrándote de vez en cuando piscinas de marea llenas de caracoles y algas. Se escucha el rugido del océano y se ven dos faros pequeños desde allí. Me encanta cuando el sol está bajito. Regresamos al waterfront para cenar. Si vas a Portland tienes que comer lobster rolls (sándwich de langosta) y uno de los mejores sitios para hacerlo es J’s Oyster Bar. Allá cenamos mirando la puesta de sol. Mi ensalada de langosta fue divina y los lobster rolls fueron legendarios.
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The Lobster Shack está en el Two Lights State Park. Huelen delicioso las clam clakes (una especie de croqueta de almejas) y es rico comer unas sentado allí porque la vista del mar es celestial. Pero hay que guardar estómago para cenar en otro sitio.
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Una de las islas de Casco Bay

DOMINGO

La comida más memorable del viaje fue el brunch en Hot Suppa. Mi papá y yo pedimos el buttermilk biscuit con country sausage white gravy, dos huevos y hashbrowns y nos cambió la vida. Mi mamá y Berta pidieron los huevos benedictinos con salmón y entraron en trance con los ojos en blanco. Vale la pena ir a Portland solo por volver a desayunar ahí. Luego estacionamos en la zona del muelle y nos dimos un paseo por las calles Commercial, Exchange, Milk, Market y Congress para curiosear tiendas de cerámica, decoración, cocina y arte y maltratar al bolsillo. A los abuelos les gusta ver tiendas igual que a mí (pobre Lau). Hicimos una escala en Otto para refrescarnos con una cervecita. También paramos en otro sitio sumamente delicioso: The Holy Donut.  Las donuts son hechas de papa y de felicidad. Lau comió la más famosa de la casa: dark chocolate sea salt. La amó. Yo pedí la de limón y me quiero casar con ella. Me llevé otra de sweet potato and ginger y me la comí en la noche en el hotel, con mi pijamito puesto y perdonándome esas ocho mil calorías salvajes justo antes de dormir.
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Todas son fotos de mi iPhone que puse en mi Insta Story. Allí en el medio: Jacques, Carmen y Berta, el trío dinámico (de verdad). En la última fila de abajo al centro, nuestros platos de Hot Suppa.
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Nos fuimos al muelle y tomamos un barco para dar un paseo de hora y media por Casco Bay. Fue espléndido. Vimos faros, un islote lleno de focas y montones de islas cubiertas de pinos, casas de película y muelles con veleros. Cada vez que visito una ciudad intento verla desde el agua. De regreso a Portland fuimos a Gilbert’s Chowder House para cenar clam chowders y clam cakes (sopa cremosa de almejas y croquetas de almejas). Este sitio es pequeño, muy rústico, te sirven en mesas de picnic y es una institución. La comida fue buenísima. Terminamos de cenar y todavía había luz así que nos fuimos a ver la puesta de sol en el faro de Spring Point Ledge. Fue superbello. Los veleros pasaban frente al faro, el cielo estaba teñido de luz rosada y no había casi nadie, solo vimos a cuatro personas.
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Spring Point Ledge Lighthouse
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LUNES

Tuvimos un buen desayuno en Bayside American Cafe. El sitio es acogedor y muy famoso (pero no mejor que Hot Suppa). Se necesita hacer reservación, estaba lleno y eso que era lunes. Los huevos benedictinos sobre clam cakes son muy ricos. Cerramos nuestro viaje a Portland con un paseo bajo el sol por el Eastern Promenade Trail comenzando por el Fort Allen Park. Ahí no sabes si mirar la vista de la bahía o las casas victorianas de esa calle, que son todas como la mansión de Barbie. Esa caminería llega hasta la única playa de la ciudad, la Estern End Beach, y conecta con otro paseo llamado Back Cove Trail, así que la caminata podría ser de horas, pero ya nos regresamos a Montreal. Hicimos una parada en Littleton para almorzar sopas y sándwiches en Littleton Diner. Varias veces nos hemos parado a comer en ese lugarcito antiguo, sencillo y muy querido por la comunidad. El regreso fue tranquilo y bonito, con bellas vistas de las montañas, galletas Oreo y maní rostizado con miel, mis superviajeros contentos y yo a estas alturas cantando ya las canciones viejas a toda garganta.

“Noelia, Noelia, Noelia,
Noelia, Noeliaaaaaaaaaaa” ♪♫

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Tips

Portland es muy pequeña y sin pretensiones, pero los hoteles son desproporcionadamente caros, al menos lo eran en esta época del año. Nosotros fuimos a un hotel normal y corriente tipo viaje de trabajo, pero mucha gente recomienda The Press Hotel y luce muy cool porque está en el antiguo edificio del periódico local, así que lo tengo en mi wishlist. Otra cosa que tengo en mi lista para la próxima vez es comer en Eventide, The Duckfat, Easter Ender y The Honey Paw. También sería interesante hacer el tour por las destilerías de cerveza. Portland es un destino para los amantes de las cervezas artesanales. A los paseos en barco hay que llevar un buen sweater aunque sea verano porque te quedas tieso del frío. 

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El próximo lunes voy a cumplir por fin una cosa que he prometido varias veces: voy a explicar cómo hago para viajar siempre, vaya a donde vaya por el tiempo que sea llevando solo un pequeño carry-on. No soy una travel youtuber ni mucho menos, pero parece que me lo creo.

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Procida, isla de película https://www.jackierueda.com/procida/ https://www.jackierueda.com/procida/#comments Mon, 31 Jul 2017 05:00:02 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=28071 . Es un hecho comprobado que en verano nadie lee blogs, pero a mí me ha llegado de nuevo la inspiración de postear y tengo que aprovecharla. Si estás por...

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Es un hecho comprobado que en verano nadie lee blogs, pero a mí me ha llegado de nuevo la inspiración de postear y tengo que aprovecharla. Si estás por aquí leyendo, gracias. Estoy contando los días que faltan para que Marianne regrese de trabajar en Orlando (tres) y también estoy enferma de tristeza por la situación de Venezuela. Para distraerme estoy blogueando. Hoy vengo con un post feliz, de los que más me gustan. Procida es un sitio que soñé visitar por años desde que vi una pequeña foto en Pinterest. La foto no parecía de un sitio real, sino algo cosmético tipo Disney. Pero les digo que era una foto honesta. Ese lugar es un tesoro. Allí filmaron escenas de Il postino y The Talented Mr. Ripleypero no entiendo cómo no han usado esta isla como escenografía de cuatrocientas películas más.
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Marianne en el ferry rumbo a Procida con Napoli al fondo.

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Fuimos a Nápoles por dos razones: para visitar el Museo Archeologico Nazionale (mi foto de Instagram aquí) y para poder tomar el ferry a Procida. Nuestro paso por Nápoles no fue bonito. Escribo esto con pavor de herir los sentimientos de alguien, pero para nosotros no fue una buena experiencia. Allí tomamos un ferry tempranito que nos llevó bajo el sol fuerte a esta isla difícil de creer. ¡Los colores y esos árboles floridos!
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Veníamos de días inmersos en niebla, frío y llovizna constante en Islandia y no exagero al decir que mi organismo estaba en shock por el baño solar ardiente y los colores claros que rebotaban la luz y la disparaban directamente a mis pupilas. Mi termostato estaba todo confundido. Como un animal que sale de la madriguera y es encandilado por el sol, tanteé mi subida a una colina para poder ver la isla desde arriba.
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Y allí, desde la abadía de San Michele Arcangelo, encontré la vista que había soñado por meses y, sin duda, hice un clavado olímpico en Pinterest.
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¿No es espectacular? Mi consejo para visitar la isla es escoger un día soleado -fácil- para disfrutar ese estuche de acuarelas en todo su esplendor. Mi familia y yo nos quedamos mucho rato estupidizados ante esa visión.
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Procida no es un lugar maquillado para el turismo como Positano o Capri. Lo que más me gustó es que todas son casas de verdad, con gente sencilla de verdad, de pueblo, de mar. Todavía es un sitio bien legítimo y ojalá se mantenga así.
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Sé que parece que el alcalde me dejó pintar la isla entera, pero prometo que estaba así cuando llegué.
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Teníamos la Marina della Corricella casi para nosotros solos y nos sentamos a comer en un pequeño restaurant familiar llamado Graziella. Pedimos calamares, langostinos, pescado, ensalada (todo con mucho limón) y de postre una tarta de limón y almendras que voy a recordar forever. Ese fue nuestro bautizo de nuestra dieta “al limone” , así que, aunque en futuros posts no lo mencione, si lo comí en la costa italiana, tenía limón y era delicioso.
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Para visitar Procida mi recomendación es tomar un ferry en la mañana temprano, pasar el día paseando relajadamente, metiéndose por callecitas y tomando fotos. La isla es pequeña, sin multitudes, y se recorre rápido. Es toda instagrameable. Hay que comer un almuerzo marino con una ensalada fresca en un restaurant de pescadores, mejor en el muelle opuesto al lado donde llegan los ferrys, el más tranquilo. Es perfectamente posible darse un baño en la isla, ya sea en las playas (hay pocas) o directamente desde la Marina della Corricella. No hay donde cambiarse, pero con ese calor a quién le importa llevar el bikini mojado bajo el vestido. En la abadía de San Michele Arcangelo hay un nacimiento (belén) con una réplica maravillosa de la marina. Es lindo comprar algo en la isla para colaborar con la economía local. Lleva protector solar y sombrero. 
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Italia está llena de pueblitos pintorescos donde es imposible comer mal y donde la gente es expresiva y colaboradora. Procida es una gema todavía no invadida por el turismo masivo y visitarla ha sido una de mis cosas favoritas. En la tarde regresamos a Napoli en el ferry y, a dos calles del puerto, cenamos en el lindo y acogedor Ristorante Europeo Mattozzi. Pedí la pasta mista con patate, provola affumicata e basilico y de esa manera gloriosa cerré un día inolvidable.
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El próximo lunes te voy a narrar mi fin de semana largo en la preciosa Portland, Maine. La ruta, todo lo que hicimos y las delicias que comimos. Si estás por aquí, te espero.

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México lindo https://www.jackierueda.com/mexico/ https://www.jackierueda.com/mexico/#comments Mon, 24 Jul 2017 05:00:33 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=30020 . Mil gracias por todos los comentarios de apoyo en mi post anterior y los muchísimos mensajes en las redes sociales. Nos sentimos sumamente arropadas de cariño, comprensión y solidaridad....

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Mil gracias por todos los comentarios de apoyo en mi post anterior y los muchísimos mensajes en las redes sociales. Nos sentimos sumamente arropadas de cariño, comprensión y solidaridad. Está claro que estoy rodeada de la gente más linda del mundo  Hoy, para cambiarle el tono al blog, escribo algo bastante más bonito. Hace poco hicimos el primer viaje desde que Valeria se enfermó.
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Snorkeling con peces y marido. Por momentos así vale la pena trabajar todo el año.
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Allá abajo, yo. Cubierta de protector solar factor dos millones.

Nos fuimos a México, a la playa. Un viaje sin prisas, ni maratones, a un sitio que siempre nos consiente y nos sana la mente y el cuerpo. Lo malo es que fuimos sin Marianne porque todavía está en Orlando (son tres meses). Me hizo mucha falta, pero me digo que ella está superfeliz y me consuelo. Un poquito. A Valeria le fue un 75% bien. Vamos mejorando :)
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Estas son hechas con mi iPhone. En este viaje solo usé mi teléfono y mis GoPro. El mosaico cortó algunas no muy bien por no hacerlo con cuidado.

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Momentos favoritos

  • En la playa de Holbox un banco de mantarrayas pequeñitas (unas 70) nadó un buen rato junto a nosotros. Parecían bebés. El agua nos daba por debajo de las rodillas. Fue INCREIBLE. Puede o no que haya llorado.
  • En isla Pasión estalló una tormenta espeluznante y un tornado pasó frente a nuestros ojos. Parecía el fin del mundo. Es una isla diminuta que solo tiene una choza para observar flamingos (¿flamencos?). Por un momento hubo una pequeña dosis de pánico, pero fue divertido. Es la isla que está en la foto al lado del plato de frutas. No sé por qué se llama Pasión. Quizás por el desenfreno con el que se reproducen las iguanas. Da hasta envidia.
  • Después de ir por cinco años a la Riviera Maya, nadé en las aguas cristalinas de un cenote por primera vez. Me daba como vergüenza no haberlo hecho.
  • Probé el pozole verde de pollo y me enamoré.
  • La salida de snorkeling en el arrecife de Puerto Morelos.
  • Recorrer Holbox en un carrito de golf salpicándonos con los pozos de lodo blanco dejados por la tormenta.
  • Ir a una cooperativa de mujeres maya que hacen cosméticos naturales en una cocina rústica con ingredientes que cultivan allí mismo. Y que Valeria me haya dicho que apoyar iniciativas así es a lo que ella quiere dedicarse en la vida como profesión.
  • Volar mi drone sobre la playa al amanecer.
  • Estrenar bajo el agua mi GoPro Hero 5 con nuevos accesorios. La Hero 4 sigue portándose excelente y también la llevamos.
  • Comer el churro relleno de Kinder Bueno en Playa del Carmen, nuestra pequeña tradición familiar.
  • Pitaya, agua de horchata, chilaquiles, queso Oxaca, guacamole con totopos y tacos de todo lo imaginable en nuestra mesa.
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Esta es la mitad del banco de mantarrayas. Estaba lloviendo y tenía el lente de la cámara lleno de gotas. Por eso la foto es infame, pero sirve para darse una idea.
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Nuestro viaje a México este año fue un poco accidental. Teníamos otro plan y -larga historia- al final no funcionó. Después de una semana desanimada mirando Internet en cada minutito libre para elegir otro sitio del Caribe que sirviera para lo que queríamos, me cansé (es que no tenía tiempo) y terminamos reservando el mismo resort de siempre. If it ain’t broke don’t fix it.  Hay mucho mundo por conocer, mucho Caribe hermoso para ir y ya hemos ido cinco años a la Riviera Maya, así que pensé que esta era la despedida, pero ya estamos hablando de lo que vamos a hacer al volver a Holbox. Con nosotros nunca se sabe. México nos trata demasiado bien, la gente es espectacular y la gastronomía nos fascina.
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Entre esos botes estábamos nadando cuando tuvimos un encuentro demasiado cercano con una barracuda de metro y medio y salimos disparados como si tuviéramos turbina. La vimos dos veces en una semana. Estaba enamorada de nosotros. El amor no era recíproco.

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En esta zona de México (entre Cancún y Tulum) hay mucho que hacer y mucho que ver. Siempre me dan recomendaciones maravillosas. Lo que pasa es que allí vamos buscando específicamente descanso y relax (y más esta vez, con Valeria en recuperación), lo opuesto de todos nuestros viajes en los que madrugamos para exprimir el día con mil quinientos planes. Como me lo preguntan en tantos mensajes, les cuento que siempre me nos hemos hospedado en el Barceló Maya Beach Resort, pero estoy convencida de que todos los hoteles en esa zona son muy buenos.

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Próximo lunes: Para que sigamos viajando con los ojos, tengo preparado un post con muchas fotos sobre uno de mis sitios favoritos de Italia. 

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Las recetas de cocina de un viaje https://www.jackierueda.com/libros-viajes/ https://www.jackierueda.com/libros-viajes/#comments Tue, 02 Aug 2016 17:55:07 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=15858 Mentiría salvajemente si digo que uso mi colección de libros de cocina para cocinar. Los leo página a página con la misma pasión que si fueran novelas. Los pido de regalo...

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Mentiría salvajemente si digo que uso mi colección de libros de cocina para cocinar. Los leo página a página con la misma pasión que si fueran novelas. Los pido de regalo en Navidad, invaden mi casa, los contemplo, los huelo, los acaricio, los llevo de mi sofá a mi mesa de noche, pero la verdad es que no me da tiempo de usarlos todo lo que merecen. Ojalá. Mis favoritos son los que tienen anécdotas escritas por sus autores en las recetas, los que vienen impregnados de historias personales. Pero especialmente AMO los libros de cocina de un lugar específico del mapa. Aprendo sobre la cultura local, los productos, las costumbres y además, si viajo a ese sitio, me sirven para saber qué probar en los restaurantes y que recrear en mi casa. Epic win.

Cuando viajo, mi intención es venir cargada de libros de cocina, pero rara vez me los puedo traer del propio lugar porque no tengo espacio en la maleta. Me he autoadiestrado para viajar con lo mínimo, llevando solo un  pequeño carry-on y ahí no hay shopping que entre. Los motivos y tips se los cuento en un próximo post (como prometí en Instagram), pero lo que hago es visitar las librerías y cada vez que me enamoro de un libro primero reviso en mi teléfono si lo tiene Amazon. Si no hay conexión, le tomo una foto y apenas encuentro wifi lo busco. Si está en Amazon lo compro y me lo envió a casa para que algo lindo me espere al regreso (¡ilusión!).  Si no está, lo compro en una librería y me lo pongo de sombrero durante el resto del viaje. Hoy les voy a hablar de los lugares que acabo de visitar este verano y sus libros de cocina. Los míos están en inglés, pero es probable que existan traducciones. Este verano mi viaje comenzó en Islandia. El año pasado también fui y esa fue una de las veces en que no encontré el libro en Amazon y lo compré al instante en la fabulosa librería Eymundsson de Akureyri.
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Into the North de Inga Elsa Bergþórsdóttir y Gísli Egill Hrafnsson.

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Las fotos son bellas. El texto es sensible. Aprendí que los islandeses hacen té, sopa y mermeladas con el musgo, la historia de la tradición de comer ballena y caballo, dos cosas que me ponen un poco los pelos de punta, la forma de criar a las ovejas para tener la mejor carne de cordero del mundo, lo que hacen en cada estación, cómo usan las hierbas. Fue una lectura linda. Aprendí más del país con este libro que con todas las guías turísticas. Into the North es precioso para los amantes de la sublime Islandia aunque no hagan nunca una receta, lo prometo. Después de la niebla, el frío y la soledad nórdica aterrizamos en la costa de Amalfi concurrida, ardiente, un poco caótica y bonita a más no poder.
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La vista desde nuestra casa en Praiano. Cuesta creerla.
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Amalfi Coast Recipes de Amanda Tabberer
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Este libro no está escrito por alguien de la costa de Amalfi. Ni siquiera por una italiana. Es un factor que podría haberme inspirado desconfiaza, pero hace tiempo entendí que muchos de los más lindos libros de cocina regional están escritos por extranjeros. Visitantes que se apasionan por los sabores de una comunidad hasta el punto de quedarse allí por años sumergidos en las cocinas locales investigando, entrevistando, recopilando, cocinando y escribiendo. Y el resultado es extraordinario. Amalfi Coast Recipes es como volver a viajar por allí. No solo reconozco los platos y los ingredientes sino algunos de los restaurantes de la gente entrevistada. Es pintoresco, colorido y delicioso como Amalfi. Casi puedo oler los limones y sentir los gnocchi alla sorrentina deshaciéndose cremosos en mi boca.
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Tasting Rome de Katie Parla y Kristina Gill.
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Después fuimos a la magnífica Roma. De comida italiana y específicamente romana hay como un millón de libros. Yo elegí este a los 10 minutos de llegar, en La Feltrinelli del aeropuerto, mientras esperaba que mis acompañantes fueran al baño. O sea, flechazo a primera vista. La contraportada dice que es “una carta de amor de dos americanas a su ciudad adoptiva” y ese es el sentimiento que desprende. Está amorosamente investigado, documentado, escrito y fotografiado. No he tenido tiempo de usarlo aún, pero promete sabores frescos y recetas olvidadas de una ciudad antigua y tengo un buen presentimiento con ese libro, gente.
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Cooking with Loula de Alexandra Stratou

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Fuimos a Santorini y Mykonos con cero expectativas, más bien pesimistas y resulta que nos enamoramos con pasión desenfrenada no solo de los paisajes y pueblos, sino DE LA COMIDA. Lo escribí en mayúsculas porque es un amor grande. Parece que mi paladar y la cocina de Grecia nacieron el uno para el otro y no lo sabían. Y al encontrarse hubo fuegos artificiales. No es que no hubiera probado comida griega antes. Sí y muchas veces, pero esto fue otra cosa. Eso fue de verdad. Feta al horno envuelto en hojas de phyllo con miel y sésamo, fava (hummus de lentejas amarillas), pulpo, tyropitas, guisos y tzatziki en todas sus formas y no sigo porque lloro de nostalgia. Desde hace mucho había estado buscando un libro de cocina griega, pero todos me parecían feos. Entonces, en Oia entramos a la famosísima, diminuta y pintoresca librería Atlantis Books y ahí sobre una mesa estaba mi libro junto a un cartelito que decía “Este es el único libro de cocina que esta librería ha recomendado”. Lo tomé en mis brazos como a un milagro. Tiene todo lo que quiero aprender a cocinar. Mientras Marianne y Valeria escogían un regalo allí, empecé a pensar que 1) cuarenta euros era demasiado por ese libro y 2) no tenía espacio en el equipaje. Con mucha fuerza de voluntad lo solté, pagué los libros mitológicos de mis hijas y me fui arrastrando los pies. Media hora más tarde lo encontré en Amazon en 19 dolares y envío gratis. Sé que hay que apoyar la economía local para que las librerías independientes no desaparezcan, pero por favor.
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My Little Paris Kitchen de Rachel Khoo
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Probablemente haya personas en desacuerdo conmigo y quiero decir aquí que soy en parte francesa y que idolatro Paris, pero encuentro que no es una ciudad fácil para comer. A ver si me explico: delicias francesas hay de aquí a la luna, pero no es como en Italia o Grecia que comes rico y auténtico en cualquier hueco por poco dinero. En París tienes que pagar carísimo si quieres una buena experiencia gastronómica, o tienes que ir con un parisino que te diga dónde comer saliéndote del circuito turístico (no es fácil) o tienes que ir a las tiendas y comprar cosas exquisitas que me vuelven loca de solo recordarlas y hacer tus propios picnics. Quizás tengo esa impresión porque Marianne es vegetariana y sus opciones en París eran prácticamente inexistentes, no sé. En mi experiencia, lo ideal para un visitante es comprar quesos, vinos, mostazas, patés, panes, confituras, quiches y tartas de frutas y comer en uno de los parques alucinantes de la ciudad. O  ir a las callecitas o pequeñas plazas y encontrar un bistro genuino para una comida informal que te deje saborear el legítimo París. Mi familia y yo tenemos la costumbre de comer la cocina del lugar que visitamos lo máximo posible y París a veces puso a prueba nuestras intenciones, pero igualmente comimos 99% a la francesa durante siete gloriosos días.  Lo que me gusta de Little Paris Kitchen es que está lleno de esas recetas parisinas clásicas que me encantan, pero simplicficadas para el no-chef. Tengo otros libros de cocina francesa, pero traigo este (que no es nuevo) al post porque es lindo, fácil, amigable y adorable. Y antes de terminar el post voy a mostrar una compra impulsiva y muy simpática en París.
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Les Recettes de Rémy de Nicole Seeman, Disney
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El penúltimo día de nuestro mes viajando fui con mis hijas a Disneyland Paris. Nuestro ticket también valía para el otro parque pequeño, Walt Disney Studios, así que a las 6 de la tarde fuimos allá con la sola intención de subirnos la atracción Ratatouille: The Adventure que nos pareció fabulosa. A la salida vimos una tienda que se llama Chez Marianne y de ahí salimos con un Rémy de peluche que va de cama en cama en esta casa y este librito que Valeria se trajo. Es para niños así que todo es fácil y con pocos ingredientes, pero hemos encontrado por lo menos siete cosas que nuestro niño interior quiere probar.

Ahora me encantaría que me dijeras si tienes libros de cocina regional que te gusten y me quieras mostrar. Pueden ser de cualquier parte del mundo, tengo libros de todo el planeta y siempre estoy interesada en buenas recomendaciones. ¿Conoces estos de mi post?

 

Atención foodies: el 2 de septiembre comienza Superstar: mi  precioso taller de fotografía de tabletop para artesanos, artistas con tienda online y food bloggers. Aprende a sacar provecho a tu cámara y a hacer fotos de aspecto profesional en tu casa ♥

Lee más aquí

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North Conway, New Hampshire: Magia https://www.jackierueda.com/magia-navidad/ https://www.jackierueda.com/magia-navidad/#comments Fri, 15 Jan 2016 23:14:28 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=14649 . Estamos a 15 de enero y vengo yo con un post de Navidad. Y me perdono porque cuando la vida me arrastra como un papelito de nada sirve lanzarme...

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Estamos a 15 de enero y vengo yo con un post de Navidad. Y me perdono porque cuando la vida me arrastra como un papelito de nada sirve lanzarme al precipicio de la culpabilidad, ¿verdad?. Últimamente estoy experimentando a partes iguales un agotamiento mental y una centrifugadora de ideas nuevas que se pelean dentro de mi cerebro. ¿Quién ganará?. Misterio. Me gustaría escribir aquí sobre las cosas absurdas que nos bloquean y nos paralizan, pero hoy no quiero ansiedad y vamos a hablar de la Navidad. Sí, el 15 de enero porque nunca es tarde cuando la dicha es buena.
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En mi post anterior ya conté un poquito sobre mi Navidad, que fue linda, pero me pasó por delante como un cometa. Casi no me di cuenta de nada, no hice ni la mitad de lo que me había propuesto. Creo que estoy sufriendo de algún síndrome de falta total de pilas o algo así. Espero que haya cura. Mi parte favorita de las fiestas fue irme por cuatro días con mi familia a North Conway, un pueblo coqueto de las White Mountains en New Hampshire, USA. El resort donde nos quedamos tenía ambiente festivo y actividades. Cenamos rico el 31 de diciembre en un buffet ahí  y pasamos el día de Año Nuevo lanzándonos por los tubos del parque de agua y saltando en la piscina de olas. Mi mamá y yo en combo. Es un parque cerrado, claro, porque este era el clima:
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Esta era la vista desde la terraza de nuestra habitación.  Queda a 4 horas de Montreal .

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Al día siguiente seguimos lanzándonos pero en los largos toboganes de nieve de la estación de esquí bajo un cielo increíble. En dos oportunidades se me atascó el trasero y no me podía levantar, estaba como una orca encallada y mi mamá intentaba halarme, pero ella mide menos de metro y medio y la risa de ambas era tal que no nos movíamos ni un centímetro, totalmente ahogadas y paralizadas. Juro que me dolió el cuerpo de reirme. Éramos un espectáculo bochornoso (Marianne y Valeria guardaban prudente distancia). Hicimos el zipline (gritos), un columpio gigante (alaridos) y el trineo que baja de la montaña en unos rieles, no sé cómo se llama eso en español pero era buenísimo. Nos hacíamos la idea de estar compitiendo en luge olímpico.

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Fotos del iPhone.

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Comimos divino en todas partes y mis papás probaron los s’mores en una fogata en la nieve. Las vistas eran un sueño. La arquitectura típica de New England era un cuento.  Fue un privilegio poder pasar esos días tan lindos y divertidos con las personas que más quiero. Y que mi mamá sea la abuela biónica más atrevida del mundo occidental.
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No menos cool y lindo es que tantos de ustedes hayan compartido conmigo sus fiestas trayendo sus fotos a La Vuelta al Mundo. Esta comunidad es insólita de bonita. Otro privilegio que me hace empezar el año con estrellitas en los ojos. Vimos como cada quien hizo magia en la mesa para mimar a sus seres queridos y celebrar juntos.
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¡Vimos tantas ciudades del planeta llenarse de luz!
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Vimos mascotas siendo cuchis…
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Y lo más importante es que vimos a esas personas que son el epicentro de nuestra Navidad. El núcleo de nuestra celebración. Los culpables de nuestros corazones blanditos.
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Gracias, gente simpática, inteligente y sexy de La Vuelta al Mundo. Que en el 2016 se les disparen las ganas de crear y compartir. Que se lancen por toboganes de agua y de nieve o al menos rueden colina abajo muertos de risa. Que respiren el aire de la montaña o de la playa. Que vean películas emocionantes, aprendan canciones y lean libros insoltables. Que los remolinos de ideas les ganen a los bloqueos mentales. Que le puedan rascar la panza a un gato o un perrito. Y que regresen de vez en cuando a leer este blog que los quiere mucho
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6 razones para ir a Islandia en julio https://www.jackierueda.com/islandia-en-julio/ https://www.jackierueda.com/islandia-en-julio/#comments Sat, 19 Sep 2015 21:34:33 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=13563 He ido una sola vez en mi vida a Islandia y ahora me creo una autoridad. Julio allá es el mejor mes, estoy convencida y, aunque ese país siempre es un...

La entrada 6 razones para ir a Islandia en julio aparece primero en Jackie Rueda.

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He ido una sola vez en mi vida a Islandia y ahora me creo una autoridad. Julio allá es el mejor mes, estoy convencida y, aunque ese país siempre es un espectáculo, cuanto más lo pienso, más segura estoy de que julio es la cúspide. Iba mentalizada para hacer esas fotos melancólicas, moody, sombrías con tonos grises y cobrizos que había estado viendo por meses en Instagram. Pero casi todos los días Islandia brilló como una caja de creyones. Los colores allá son más saturados, más puros. Si algún día puedes ir (ojalá), voy a tratar de convencerte de ir en julio. He aquí mis seis razones:

 

1. Flora
En Islandia no hay árboles, solo algunos pequeños pinitos al noreste. Eso hace que puedas ver las formas extrañas de las montañas y volcanes como quien mira a un gato afeitado y nota cada pliegue de su piel. Los gatos afeitados son espantosos, pero Islandia sin árboles es lo más bello del mundo, sobre todo con la flora de julio.

Desde que leí Miss Rumphius de Barbara Cooney (La señorita Emilia), tengo una fijación con los lupinos. He tratado de cultivarlos en mi jardín (risas), pero bueno. Islandia estaba cubierta de lupinos, sobre todo en el sur. Se me salían los ojos. Sé que en junio aún no habían abierto y que estaban marchitos en agosto así que ¡los lupinos son en julio, señores! Ver millones de lupinos en campos de lava no es algo fácil de olvidar.
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Iceland blog post¡Es vapor de pozos de aguas termales!

Iceland blog postTodo el país estaba tapizado de musgo y pequeñas florecitas silvestres al ras del suelo que se abren paso entre la lava y las cenizas. Hierbitas rojizas bordean las carreteras. El musgo verde neón crece entre las rocas volcánicas y lo usan para hacer mermeladas y tés. En un país sin árboles, el contraste entre esta alfombra vegetal y el escenario extraterrestre es precioso.
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Iceland blog post

Iceland blog postTodo ese verdor que cubría grandes extensiones de colinas y praderas cuando estuvimos allí es un fenómeno efímero. El duro clima hace que la paleta cromática se reduzca a ocres, grises y negros gran parte del año. Sigue siendo un lugar increíblemente hermoso, pero diferente.

 

2. Luz
En Islandia durante verano hay casi siempre luz. Nunca se hace de noche por completo. Vi encender el alumbrado público a eso de la 1 am y a las 3 am ya salía el sol de nuevo. Y cuando el sol se oculta se queda allí cerca por lo que ves su resplandor y nunca hay oscuridad total. Los días más cortos son en junio, pero estuve dos semanas en julio y nunca estuvo oscuro.

Iceland blog post Tomé esta foto a medianoche desde la terraza de nuestro apartamento en Reykjavík. Toda mi familia dormía, pero a mí me era difícil despegar los ojos de esa vista. Si tu alojamiento no tiene cortinas gruesas y negras, necesitas usar antifaz para dormir. Es muy desorientador despertarte en medio de la noche y estar bañado de sol. No sabes si ducharte para ir a la oficina, no sabes quién eres ni dónde estás.
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Iceland blog postA finales de julio, cuando ya habían pasado cinco semanas del día más corto, así era la luz a la una de la madrugada. Parecía de otro mundo. Estábamos en una casa frente a una pequeña playita al oeste de Islandia. No se ven en la foto, pero había dos cisnes negros. La casa, la playa y la escena completa eran de una película de misterio. Y Valeria, aprovechando mi sobrecogimiento, me pegó un susto mortal. Todavía me acuerdo y se me enfrían las manos. Mala.

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Iceland blog post Los atardeceres duran horas y horas. Si te gusta la fotografía eso es celestial. Es el paraíso. En vez de correr para estar en ese lugar bonito justo a la puesta de sol, puedes ir a cinco o seis lugares bonitos porque la hora dorada es casi infinita y los colores son sublimes. Esta foto la hice en la carretera desde la ventana, en Hella, a las 11 pm. Algo que nos pasaba siempre por despistados es querer cenar y encontrar todo cerrado porque el sol no se acuesta, ¡pero los islandeses sí! El sol de medianoche nos tenía completamente confundidos.
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Iceland blog postLa claridad permanente tiene la ventaja de no ir nunca al volante de noche. Eso es cómodo y seguro por razones obvias, pero en Islandia significa que no te pierdes ni un centímetro de belleza. Le dimos la vuelta al país sin haber visto (lo prometo) ni un kilómetro aburrido o regularzón. Todo fue extraordinario y pudimos verlo completo gracias a ir de día y casi siempre con buen clima. ¿Ves eso blanco e inmenso al fondo? Es el Vatnajökull, un glaciar gigantesco que nos habríamos perdido de haber niebla o noche.
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3. Fauna
Islandia podrá ser misteriosa, estremecedora, inquietante, solitaria y aislada, pero donde mires hay una oveja. O un caballito. Hay grandes colonias de cisnes nadando en lagos y bahías. Soy ignorante en materia de cisnes. Durante toda mi vida tropical solo los vi en cuentos de hadas. Pensaba que eran aves de agua dulce y ver MILES de cisnes en mar fue una experiencia completamente loca. También vimos cientos y cientos de alcatraces, patos y gansos. Comunidades adorables de puffins (frailecillos atlánticos) anidados en las rocas de los acantilados. Hasta vimos un precioso zorrito ártico. Todos esos animales desaparecen del paisaje al terminar el verano. Solo quedan caballos, pero no muchos.

Iceland blog postLos caballos islandeses son únicos en el mundo. Son pequeños pero muy fuertes porque a la raza que ha sobrevivido al durísimo proceso de selección natural no le queda otro remedio.  Son amigables y se dejan acariciar. Están literalmente en todas partes.
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Iceland blog post

Iceland blog postEstas dos fotos de ovejas las hizo Valeria. Las ovejas deambulan libres y felices por cada rincón de Islandia desde la primavera hasta el otoño. Las ves en los páramos nevados y al borde de mar, en los riscos altísimos y cruzando la carretera. Luego, siguiendo a la oveja líder, cada una regresa a las tierras de su dueño para pasar el invierno bajo techo. O para dar de comer al país, pues pescado y cordero son las principales fuentes de alimento. Tienes que ir con cuidado de no atropellarlas.
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Lo que ves detrás de las ovejas es la entrada a un glaciar. Valeria va a colaborar de ahora en adelante en mi blog con sus fotos porque son maravillosas.
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4. Arcoiris
En julio hay la mayor cantidad de días soleados y cuando hay sol aparecen los arcoiris en los campos y las cascadas. Llovizna un poquito y luego: ¡zas! espectáculo

Iceland blog postEsto es en Vík, camino a la playa Reynisfjara (de arenas negras).
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Iceland blog postSkógafoss es una cascada de 60 metros que tiene una cueva detrás donde Þrasi Þórólfsson, el primer vikingo que llegó a Islandia, escondió un cofre con un tesoro que nadie ha podido encontrar. El arcoiris doble señala el camino al tesoro. La cascada queda en la carretera, es imposible de no ver.
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Los arcoiris son el regalo de Islandia a los visitantes enamorados

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5. Caminos

La razón más importante para ir en julio a Islandia es el estado de los caminos. Es un país de apenas un poquito más de 300 mil personas y hay una sola carretera principal que le da la vuelta completa. Se llama Ring Road. Para ir a muchos sitios espectaculares hay que adentrarse en caminos de tierra de distintos grados de dificultad. Los que se llaman F roads necesitan un vehículo 4×4 y alto. Durante los meses nevados (todos menos tres) muchos caminos quedan bloqueados o difíciles de transitar. Quiere decir que quizás tengas que cancelar planes o aventurarte en la oscuridad por carreteras en mal estado. Cuando comienza a subir la temperatura viene el deshielo y los cientos de ríos que bajan de los glaciares crecen cortando caminos. En julio ya la cosa se ha normalizado y todo es más fácil.
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Ese fue el camino de tierra al regreso de Haifoss, uno de los sitios más impresionantes que vimos.

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6. Temperatura

En Icelandia hace frío siempre. La temperatura más alta que tuvimos fue 14 grados y la más baja fue cero. El clima te cambia de un momento a otro así que es medio inútil ver el pronóstico. Ellos dicen: Bienvenido a Islandia. Si no te gusta el clima, espera 5 minutos.  Los inviernos en Icelandia no son salvajes como los de Montreal, las temperaturas son suaves,  pero como llueve, hay niebla y viento la sensación térmica se pone crítica. Ir en julio aumenta mucho las probabilidades de tener días “calientes”. No lo garantiza, eh? Algunos días estuve completamente vestida de invierno bajo mi impermeable.

Cruzamos montañas heladas en los fiordos del este en una racha de mal tiempo que duró cinco días. Pasamos mucho frío y algo de terror preocupación en los caminos de tierra por la mala visibilidad (ovejas, precipicios, hielo). Íbamos más lento que en burro.

El país es espectacular en cualquier clima, pero qué divino fue poder quitarnos las botas, los impermeables y la ropa interior térmica. Y poder sacar las cámaras sin mojarlas! Ese pueblito a lo lejos es Stykkishólmur. Un poema.

Dicho todo esto: ¡me muero ahora por ir a Islandia en invierno!
♥ 

Lo malo de julio
Es muy poquito. En julio no hay auroras boreales porque no hay noche. Además, es cuando va todo el mundo así que en vez de no ver un alma por horas, verás veinte o treinta personas en los sitios más famosos y ocho o diez vehículos más en la carretera. También es más caro en general y esto es importante porque Islandia es ca-rí-si-ma. En mi próximo post te diré mis lista de cosas favoritas de Islandia, las que me dejaron con la boca abiertas, los latidos acelerados y los suspiros incontrolables. También las cuatro cosas que me facilitaron la vida en el roadtrip.

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¿Has ido a Islandia? ¿Está en tus planes-sueños? ¿Has ido a algún territorio nórdico? ¿O eres más de cervecitas bajo las palmeras?

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En mi otra vida fui nórdica https://www.jackierueda.com/en-mi-otra-vida-fui-nodica/ https://www.jackierueda.com/en-mi-otra-vida-fui-nodica/#comments Mon, 11 Aug 2014 13:38:32 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=9563 Es la única explicación. No sé si fui exactamente escandinava, aunque eso explicaría mi fijación con esos países en los que jamás he puesto un pie. Quizás fui un reno...

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Es la única explicación. No sé si fui exactamente escandinava, aunque eso explicaría mi fijación con esos países en los que jamás he puesto un pie. Quizás fui un reno finlandés o un caribú canadiense. Y eso posible que haya vivido en la costa, lo que también explicaría por qué me da La Cosa cuando veo un faro. Lo más seguro es que en mi otra vida haya sido guardián de un faro en las Faroe Islands o como mínimo en Islandia. No creo que haya sido pescador porque no como pescado, pero podría haber sido vikinga, aunque desde que vi la serie Vikings honestamente no lo creo. Soy demasiado cobarde como para haber vivido vikingamente. Alguna explicación tiene que haber para que yo tenga esta pasión (no hay otro nombre) por la cultura, el clima, el paisaje y la estética de esas tierras, sobre todo después de haber nacido y vivido siempre en un país tropical. Fue llegar a Canadá y sentirme en mi casa. Como un zorro que estuvo por años en el hábitat equivocado del zoológico hasta que alguien notó el error. Montreal está al norte del mundo, pero resulta que por lo visto no lo suficientemente al norte como para mí. Por eso, mientras lees este post, yo probablemente estoy suspirando en un barco rumbo a Terranova y Labrador, después de haber hecho el Cabot Trail en Nueva Escocia, uno de los recorridos escénicos más hermosos del mundo.  Estas son algunas fotos de mi viaje anterior a Nueva Escocia, cuando tuvieron que traerme a rastras y llorado como una recién nacida.
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Nova Scotia

Nova Scotia

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Nova Scotia

Nova Scotia

Nova Scotia

Nova Scotia

Nova Scotia

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Nova Scotia

Nova Scotia

Cuando digo lo de mi vida anterior no es en serio. Bueno, un poquito. Es casi en serio. ¿Soy la única que tiene ese sentimiento tan potente de pertenencia e identificación con un lugar con el que no tiene lazos? Es algo totalmente irracional y prometo que no es culpa de Ikea. Me nace de las profundidades del alma y eso que yo prácticamente nunca uso la palabra alma. Me empezó desde muchos hace años, cuando mi amigo Oscar me regaló un calendario de Ericsson y se me aceleraba el corazón viendo las casitas suecas. Reno, guardiana de faro o vikinga, ¿tú de qué me ves cara?

 

PD: Puedes seguir mi viaje en Instagram, aunque no sé si tendré conexión frecuentemente.

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Boston sin mi cámara https://www.jackierueda.com/boston-sin-mi-camara/ https://www.jackierueda.com/boston-sin-mi-camara/#comments Tue, 17 Jun 2014 22:53:11 +0000 https://www.jackierueda.com/?p=9200 Si alguien ve por las calles de Boston un grupo de caminantes muy guapos entre 19 y 83 años, con las suelas de los zapatos gastadas de tanto explorar desde...

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Si alguien ve por las calles de Boston un grupo de caminantes muy guapos entre 19 y 83 años, con las suelas de los zapatos gastadas de tanto explorar desde la mañana hasta la noche, somos nosotros. Es el mundo al revés: Carmen, Jacques y Berta, del Departamento de Abuelos, se cansan menos que yo, que voy con la lengua afuera (¡¿pero qué comen?!). Lau está a cargo del Departamento de Fotografía porque me puse en huelga. Y Marianne está a cargo de las Narraciones  Históricas a pesar de ser la única adolescente del combo.

Boston 2014Fotos del teléfono porque no toqué la réflex por primera vez EVER.

Aproveché un compromiso de trabajo para apretar a la tribu dentro de la camioneta y darnos una escapada familiar a la bellísima Boston. No había ido en verano desde los 18 años. El clima estuvo fantástico (sol, ni frío ni calor), la comida divina, la compañía de los Superabuelos perfecta y las exploraciones encantadoras. Vimos la ciudad desde lo alto de una torre, desde el agua en ferry, entre callecitas empedradas,  parques espléndidos y rutas históricas. Y mi papá, en el Día del Padre, vio ganar a su equipo durante el almuerzo en un restaurant de Quincy Market (Allez les bleus!). ¿Qué más podemos pedir? Sólo me faltó mi pollo Valeria que tuvo que quedarse estudiando porque está en finales, la pobre. Siempre me falta una hija :( Pero tendríamos que haberla llevado en el techo, eso sí. Estas fueron unas pre-vacaciones de las vacaciones, para las cuales falta un laaaaaaargo mes y todavía ni siquiera sé bien a dónde vamos a ir. Solo sé que no quiero aviones, sino carretera. No quiero ciudades, sino paisajes y pueblitos. No quiero sur, sino norte. No quiero calor sino chaqueta. No quiero multitudes sino rincones solitarios …. Es decir, todo lo opuesto del verano pasado. Suspiros soñadores. Aterrizaje en la realidad. Mucho trabajo por delante. No me quejo. Cambio y fuera.

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