“Me imagino un taller así, chiquito y cálido, entre las piedras y el verdor gallego. Me imagino aberturas tipo cristaleras para aprovechar al máximo la luz y ver orballar durantes los días grises. Me imagino la fiel compañía de un par de amigos de cuatro patas que mueven la cola mientras me miran desconcertados bailar, cada vez que abro el horno. Me imagino levantarme y preparar café, servirlo en una taza hecha a mano con arcilla local, torneadas y esmaltadas por mis propias manos, que calienta mis manos, tomarlo con calma y sin azúcar mientras observo por la cristalera a las ovejas comerse mis rosales y gritar: sheep, sheep! para que Zippy y Schatzy salgan corriendo a regañarles.”
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